Torerito valiente
Aznar se fue a torear con su plan hidrológico a Murcia. Por eso lo de valiente. No fue a Toledo o vino a Zaragoza. Se fue a Murcia para decir que él estaba dispuesto a perder tres o cuatro diputados en el Congreso (los de Castilla La Mancha o los de Aragón, se entiende) con tal de llevar adelante su plan que afortunadamente tiró a la papelera Para el torerito valiente llevar el agua del Tajo o del Ebro a Murcia supone «compartir lo que se tiene» porque «si no se comparte lo que se tiene, la Nación se pone en peligro a sí misma», porque «compartir agua hace Nación, hace país». Hay que hacer notar la idea –y la ideología– que subyace en lo que dice y en su concepción de lo que es una nación y de lo que significa compartir. Hay que caer en la cuenta de quiénes son los que comparten y quiénes los que reciben. De eso sabemos mucho los aragoneses con riesgo de convertirnos una vez más en suministradores de energía, eólica o solar, al servicio de otras gentes y otras tierras. Lo que Aznar llama la Nación tiene nombre y apellidos concretos. No consta que metido en su salsa, rodeado de sus palmeros, hiciera ninguna referencia a la pertinaz sequía ni al cambio climático, ni a la agricultura sostenible, ni al derecho de otras zonas de la Nación a su propio desarrollo con sus propios recursos, ni a la opinión de los científicos. El que no aprueba sus planes es un «integrista hidráulico». Eso es lo que dicen los del PP. Pues vale. Otro asunto: Díaz Ayuso se ha gastado 899.913,89 euros de dinero público en una campaña de publicidad institucional para decir que su gestión de las residencias durante la pandemia fue para nota, cuando es evidente, y todo el mundo lo sabe, que fue la comunidad en la que más muertes se produjeron gracias al maldito protocolo que prohibió trasladar a ancianos y enfermos dependientes a los hospitales salvo que dispusieran de un seguro médico privado. Más de siete mil personas. ¿En qué país vivimos?
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*Profesor de la Universidad de Zaragoza