El Periódico Aragón

La música urbana y su efecto en la salud mental

- MIGUEL Ramos Alda*

En la actualidad la cultura urbana, y en especial la música urbana, se ha convertido en el género más influyente del planeta. Sin embargo, para mí existe una división clara dentro de la cultura urbana, la Consciente y la Consumista, una división que creo importante diferencia­r.

Por un lado, la consumista vendría a ser la concepción de la expresión artística como un producto mercantil. Quiero decir, producir música para un consumo rápido con el fin de obtener dinero y ganarse un puesto en el mercado musical. En esta principalm­ente se tratan temáticas sexuales y de drogadicci­ón. De esta manera el artista se convierte en un personaje en un mundo de pseudoficc­ión donde lo único relevante es ponerse en la cima social; no hay una reflexión, no hay análisis o comprensió­n del mundo o de su propia persona, solo un ensalzamie­nto de la figura de éxito de nuestro sistema vigente. Serás feliz si eres rico, si te drogas más que todos, si follas más que todos.

Esto crea una necesidad a la población de obtener ese éxito, olvidando los propios dilemas existencia­les de cada persona, metiéndono­s a todos en el mismo saco de ilusiones vacías que se alejan del verdadero bienestar mental. Por ello detesto esta parte de la cultura urbana la cual crea más complejos que soluciones a la salud mental de la gente. Artistas referentes de este parte de la cultura urbana sería Anuel AA, Bad Bunny, J Balvin …

Si no los habéis escuchado, pausad esta lectura y dedicad 10 minutos a escuchar una canción de cada uno. Después podéis volver a este articulo para leer sobre lo que yo considero arte curativo.

Esta parte de la cultura urbana consumista no tiene ninguna intención de generar un crecimient­o personal, ni en el artista, ni mucho menos en el espectador. Por eso yo, personalme­nte, me considero oyente de la parte consciente de la cultura urbana.

Sé que puede quedar pretencios­o por mi parte una evaluación tan dura de la parte Consumista, pero por mi propia experienci­a nada me ha abierto más los ojos y ayudado en procesos de gestión emocional que la escucha activa de la música Consciente.

Artistas como Kase O., Nach, Residente, Toteking, Canserbero utilizan la composició­n para contar y expresar sus dilemas más profundos y también la visión que tienen del mundo que nos rodea. En ella desarrolla­n conceptos como la muerte, la felicidad, las relaciones amorosas, las dudas a la hora de elegir un camino, planteándo­se por qué están vivos y qué hacer con el tiempo que tenemos en esta vida.

He de ser sincero, escuchar este tipo de música es más agotador pero por eso mismo creo que es más saludable mentalment­e. Nos han acostumbra­do con la música Consumista a no pensar, a dejarnos llevar y a ocultar sentimient­os y pensamient­os a través de satisfacer las necesidade­s más primarias.

La parte Consciente busca lo contrario, quiere hacernos meditar sobre cómo somos a través de esa expresión de las inquietude­s, de la moralidad y de la emociones del artista. Expresar todas estas cosas nos hace reflexiona­r sobre quiénes somos y a dónde queremos dirigirnos en vez de seguir el camino impuesto.

Recuerdo en mi adolescenc­ia estar angustiado por la presión de tener pareja y un sentimient­o de soledad que estaba presente todos los días. Un amigo mío se sentía de la misma manera, con él, explorando la música que tenía mi hermano en el ordenador, encontré lo que se acabó convirtien­do en mi tema favorito del rap en español, La soledad comienza de Xhellaz. En este tema, el artista narra todos esos pensamient­os y emociones que hemos podido sentir: la tristeza, el aislamient­o, tomar alcohol para alejarnos de la realidad... Ahí, junto a mi amigo, me di cuenta que todos pasamos por la experienci­a de ser humanos, de vivir esas emociones que nos llevan a lo más alto y nos dejan en lo más bajo.

Esto lo comprendí escuchando a un artista que liberaba todo a través de la escritura y la musicalida­d. Así emprendí dos caminos en mi vida. Por un lado, la psicología, como forma de entender al humano con sus defectos y virtudes; y por otro, el arte, como forma de expresar todo lo que necesito, esas emociones, esos pensamient­os que me hacen único e igual al resto.

El arte cura, por mi parte solo he podido hablaros de la música y el efecto que tuvo en mí y en mis allegados para superar y afrontar la vida. Es verdad que hay muchas disciplina­s que podrían servir para fomentar esta terapia artística como el baile, que ayuda a liberar a través de la sincronía con la música esa emoción que trasmita. También el graffiti, tan denostado por su criminaliz­ación, pudiendo ser más productivo para la comunidad habilitar espacios urbanos para poder plasmar ese medio de expresión.

La aceptación e integració­n de estas culturas urbanas más consciente­s, podrían ayudar a muchas personas a tener una válvula de escape a todas esas emociones. Para los artistas que invierten su tiempo y esfuerzo en perfeccion­ar la técnica de trasmitir un mensaje útil, no solo para sí mismos, sino para que el resto de personas se puedan nutrir de esos mensajes y aliviar esa carga que todos sentimos.

Invertir en arte es invertir en la liberación de nuestras mentes. Es una forma de mejorar la comunicaci­ón, entenderno­s más a nosotros mismos, a los demás y al mundo que nos rodea. En ser consciente­s de lo que tenemos y lo que nos falta. Así podremos trabajar en cambiar lo que realmente queremos cambiar, con un pensamient­o crítico basado en mentalidad­es despiertas en este mundo y no en la jaula de oro, de vicio y de individual­ismo que nos han creado.

Como aún me considero un intento de poeta dejo para finalizar este texto un fragmento de un referente del rap en español. Nos quieren de Canserbero, de origen venezolano, esta fue su última canción antes de su muerte, de la cual, a día de hoy, sigue sin conocerse la causa.

«Se controla lo que oímos, lo que olemos, lo que bebemos y probamos y sentimos. Nos ofrecen libertades, pero esclavitud y ataúdes recibimos».

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*Miembro de la candidatur­a de Ganar Teruel.

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