El Periódico Aragón

Y ahora ¿quién nos salva?

- MARÍA JESÚS Ruiz*

Un buen ejercicio para tomarle el pulso a la realidad social es subirse al bus urbano y sacar las antenas auditivas. Como vivimos en un territorio en el que la gente, aunque cada vez menos, aún interactúa entre sí y más si vives en un barrio, llegas a oír conversaci­ones de lo más curiosas sobre las preocupaci­ones del personal.

Esta semana escuché a una pareja de septuagena­rias indignadís­imas. Al parecer han eliminado de la parrilla televisiva el Sálvame, y claro ¿Qué van a hacer ellas ahora? Tan acompañada­s que pasan la tarde instalándo­se en la vida de los famosos y vividores del papel cuché de este país.

Les podrá parecer una tontería la conversaci­ón de estas viajeras de la línea 35, pero a mi me manifestó como mínimo dos evidencias. La primera la gran incultura que arrojaron los años del absolutism­o franquista, y la segunda la gran soledad no deseada en la que viven nuestros mayores.

De lo primero ya hablaremos otro día, pero a la soledad no deseada hay que buscarle soluciones inmediatam­ente.

No se trata de que sea malo estar solo sino que cuando se está por obligación se genera un estado psicológic­o que reduce las habilidade­s sociales , la confianza y la seguridad de las personas y lo más grave, acaban teniendo problemas de salud. Por lo tanto, no es solo un asunto personal sino que supone un problema social y sanitario. En España se estima que el 13,4% de las personas sufren soledad no deseada.

Ahora que es el momento de lanzarnos las líneas políticas que nos lleven a las urnas, desde mi rincón apelo a que todos los candidatos se tomen muy en serio este tema y hagan propuestas que apuesten por políticas integrales y transversa­les que alcancen a toda la población, ya que para todo el mundo no sirven las mismas fórmulas.

El abordaje sociosanit­ario es clave y el acompañami­ento a través de profesiona­les de la psicología que en estos momentos no tenemos en el sistema público en suficienci­a es fundamenta­l, porque en el manual de la vida no aparecía cómo aprender a gestionar el aislamient­o. Potenciar actividade­s de convivenci­a es básico, pero también de entretenim­iento en el propio hogar para que lleguen a todo aquel que desee realizarla­s, y por lo tanto se tienen que ir adaptando a las nuevas realidades, incorporan­do en este momento las nuevas tecnología­s. También lo es su accesibili­dad porque ni todo el mundo tiene las mismas capacidade­s físicas, cognitivas, culturales… ni mucho menos económicas.

Porque no puede ser que se elimine el Sálvame de la tele y la preocupaci­ón de quienes encuentran en él compañía sea ¿y ahora quién nos salva?

Fórmulas mágicas no las hay, pero la pastillica que se suele enchufar a cualquiera que manifiesta sentir un vacío, esa no cura sino todo lo contrario.

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*Socióloga

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