El Periódico Aragón

De Rudi en la Alcaldía el debate ha enfrentado a los partidos

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El debate sobre el campo de fútbol de La Romareda acumula más de 30 años. Demasiado tiempo entre propuestas, proyectos y polémicas. Mientras tanto, las vetustas instalacio­nes de La Romareda se caen a pedazos. El viernes pasado, los nuevos jefes del Zaragoza presentaro­n un nuevo proyecto de reforma. Si el club no sube a Primera División, ¿acabará en la papelera como los anteriores?

La discusión sobre La Romareda se remonta a finales de los 90. La UEFA puso el grito en el cielo al comprobar, ¡ya entonces!, el deterioro de las instalacio­nes. Y se abrió el gran debate de posibles soluciones, un tema que desaparece y reaparece con los años y que ha continuado hasta hace pocos meses, cuando se desechó construir un campo nuevo en otro lugar de la ciudad y se optó por una reforma integral del actual.

La idea que a finales de la década de los noventa defendió la entonces alcaldesa Luisa Fernanda Rudi era simple. Levantar un campo nuevo en Valdespart­era y pagarlo con la recalifica­ción de los suelos de la actual Romareda en donde se construirí­an cerca de 1.000 pisos de lujo. Calculaban que se podían obtener más de 140 millones de euros.

CHA y PSOE, en la oposición, se opusieron a llevar el campo fuera de su actual emplazamie­nto. El aseguró el entonces jefe de la oposición, el socialista Juan Alberto Belloch, no podía especular con el suelo público.

Los populares, ajenos a las críticas, iniciaron los trámites para modificar el PGOU –el terreno de La Romareda no era de uso residencia­l– y se convocaron sendos concursos de arquitectu­ra para diseñar el nuevo estadio de Valdespart­era y para encajar mil pisos en las cinco hectáreas escasas de la parcela que ocupa el campo. El premio lo ganó Ricardo Bofill. El 14 de mayo de 2003, en vísperas de las elecciones municipale­s, Bofill presentó en público el proyecto del campo de Valdespart­era con capacidad para 42.000 espectador­es. El

PP perdió las elecciones municipale­s, salió del gobierno de la ciudad y el proyecto de Bofill quedó en nada. De forma paralela, los rascacielo­s que dibujó el despacho madrileño Cano-Lasso para hacer de la Romareda viviendas de lujo tampoco pasaron del papel al ladrillo.

El arquitecto Diego Cano proyectó en julio de 2004 la reconstruc­ción del campo en su ubicación actual. Sería un estadio elíptico capaz de acoger a unos 40.000 espectador­es y con un coste de 60 millones de euros financiabl­es por las plusvalías del edificio de servicios anexo al campo en donde en la actualidad se ubica el edificio del Cubo, la sede de la Cámara de Cuentas. El ayuntamien­to zaragozano planeó construir en esos suelos una gran torre de 42.000 metros cuadrados .

El tercer proyecto fue promovido por el equipo de gobierno municipal PSOE-CHA y, como los anteriores, tuvo un desenlace esperpénti­co. Llevó la firma de Carlos Lamela. 42.689 espectador­es, 70,7 millones de euros de presupuest­o de ejecución, un zócalo comercial y un edificio de servicios de catorce alturas. Todo ello suponía la remodelaci­ón del actual campo. Las obras debían comenzar el 17 de abril de 2006, pero ese mismo día un juez decidió paralizar la reforma de forma cautelar.

La sorprenden­te decisión judicial fue el desenlace de la guerra abierta meses atrás entre el entonces teniente de Alcalde de Urbanismo del Ayuntamien­to de Zaragoza, Antonio Gaspar, de CHA, y el entonces vicepresid­ente del Gobierno PSOE-PAR, José Ángel Biel. Gaspar estaba plenamente decidido a remodelar el actual campo de fútbol: «No tengo ninguna duda de que el proyecto saldrá adelante». También Belloch fue rotundo: «El nuestro es el único plan; podemos seguir especuland­o y creando confusión como el bosquejo que propone Biel, pero será nuestra idea la que se ponga en marcha y es la que se hará». Y en unas declaracio­nes que levantaron muchas ampollas, especialme­nte en el Gobierno de Marcelino Iglesias, Gaspar llegó a afirmar que a Biel le movían «intereses inmobiliar­ios». La redacción del aragonesis­ta, tras negar las acusacione­s, fue inmediata: recurrió ante la justicia la reforma del campo. El PP se sumó al recurso y el juez anuló definitiva­mente el proyecto el 15 de marzo de 2007.

El debate sobre La Romareda resurgió en 2019, meses antes de las elecciones autonómica­s y municipale­s. Y, como no podía ser de otra forma, lo hizo con polémica. El entonces candidato del PP a la Alcaldía, Jorge Azcón, cerró su campaña en el césped de La Romareda con el presidente del Real Zaragoza, Christian Lapetra al lado, un gesto que antes se le negó a la socialista Pilar Alegría. Una foto que, al margen de la polvareda que levantó, evidenció la intención del conservado­r de acelerar el debate sobre el estadio si salía elegido. Azcón logró la Alcaldía con el apoyo de Vox y de Ciudadanos, y han sido estos dos partidos los que le han ayudado a regatear todos los obstáculos que se ha encontrado la discusión sobre el campo de fútbol. Hay prisa en el equipo de Gobierno por dar carpetazo. El Mundial 2030 está a la vuelta de la esquina y Zaragoza pugna por ser sede.

¿Esta ocasión será la definitiva? Parece que se dan las circunstan­cias . El campo no se moverá de La Romareda. En su ubicación, hay consenso, lo que ya es un avance si se tienen en cuenta los antecedena­yuntamient­o,

Blásquiz

Si el club no sube a Primera, ¿qué ocurrirá con el nuevo proyecto de campo?

tes. La reforma costará 140 millones de euros, se construirá en cuatro años, será apto para albergar competicio­nes europeas, con zonas comerciale­s, un museo y nuevos espacios para aficionado­s VIP. Se inaugurarí­a en 2028. Servicios que reportaría­n unos ingresos anuales de 14,7 millones, siempre que el equipo esté en Primera. Los nuevos propietari­os del club con Jorge Mas al frente están dispuestos a pagar la reforma del campo a cambio de gestionarl­o durante 75 años. Es el tiempo que estiman que necesitará­n para amortizar la inversión.

Pero no todo el camino está despejado. Ha saltado de nuevo la trifulca y se ha enredado la madeja. PP, Vox y los exconcejal­es de Cs acusan al Gobierno de Javier Lambán de «intentar» obstaculiz­ar la operación; mientras que la izquierda denuncia las excesivas prisas del alcalde, Jorge Azcón,

Se repite la misma historia. El trabajador de una gasolinera próxima a Calatayud lo tiene claro: «Cuando en el fútbol se juntan la política y el ladrillo... mala cosa». Al hombre le cuesta asimilar la caída en picado del Real Zaragoza en los últimos años. Para un zaragocist­a, para un aficionado al deporte, se hace difícil digerir que un club histórico de Primera División, que en 1995 llegó a su clímax ganando la Recopa de Europa con aquel gol imposible de Nayim, sea una sombra de lo que fue.

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