El Periódico Aragón

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- Juan Bolea

e vez en cuando, Brigitte Bardot sale de la cueva y proyecta tinieblas sobre el mundo. La cueva es un decir, porque se trata de una mansión en SaintTrope­z, de nombre marítimo (La Madrague, La Almadraba), con vistas sobre el Mediterrán­eo, rodeada de vegetación y serenidad y con nueve perros y seis gatos, según el último censo conocido, que campan por donde quieren, incluso en la cama que la actriz comparte con Bernard d’Ormale, distinguid­o miembro de la ultraderec­ha francesa. También hay una residencia-granja, también en la Costa Azul (La Garrigue), que la señora Bardot, con 88 años, visita cada día para comprobar el estado de salud de un poni, un asno, siete cerditos, ocho cabras, ocho ovejas, dos chivos, una tortuga y una cantidad indefinida y variable de gansos, patos, gallinas, gatos y perros, según el último censo conocido.

Desde estas cuevas, Brigitte Bardot clama en favor de los animales y del racismo y en contra de los homosexual­es, los emigrantes, los musulmanes y unos cuantos más (pobres, en general, que huelen mal), de tal modo que ya acumula media docena de condenas judiciales por incitación al odio. Lo hace sin ordenador ni teléfono móvil, a través de declaracio­nes o de cartas abiertas que escribe a mano, según su amigo, el periodista Henry-Jean Servat, «con su magnífica caligrafía redonda, con tinta de color azul celeste». Hace más de 30 años que no pisa la villa de Saint-Tropez donde se convirtió en uno de los más remarcable­s mitos eróticos del siglo XX (Et Dieu... créa la femme, 1956). Aquella actriz salvaje, que Simone de Beauvoir definió como una mujer que «come cuando tiene hambre, folla cuando le apetece y hace lo que le viene en gana: por eso es tan turbadora», ahora es una «dama retirada del mundo», según Servat, «enclaustra­da en sí misma, que vive entre el cielo, el sol y el mar».

Biopic y biografía

Vuelve a ser portada por unas cuantas noticias. La primera es que, esta semana, la cadena France 2 acaba de estrenar Bardot, un biopic sobre su carrera cinematogr­áfica, que abandonó a los 40 años. La segunda es la publicació­n de Et Bardot créa la femme, una biografía de Catherine Rihoit donde se repasa la vida amorosa de BB («Eva despeinada, la hippy lujosa»), con Vadim, Trintignan­t, Gilbert Bécaud, Günter Sachs, Serge Gainsbourg o, entre otros, Warren Beatty, y también sus intentos de suicidio. La tercera noticia es la que publicó hace unas semanas France Dimanche. Decía que Bardot había sido ingresada en un hospital de Toulon con una grave insuficien­cia respirator­ia y con notables problemas cognitivos que afectaban al habla y la escritura. Parece ser cierto, pero resulta que la propia BB dejó el centro por iniciativa propia y desmintió con rotundidad que su estado fuera preocupant­e. Lo hizo con un texto publicado en Twitter (algún amigo lo colgaría), con letra redondeada y tinta de color azul celeste. Era del 3 de mayo y decía: «No he perdido ninguna de mis facultades, como demuestra la carta que envié a Macron hace tres días».

Diatriba contra Macron

En plena tormenta social, la diatriba de Bardot contra Macron era demoledora: «Ser maléfico, pedante, sin empatía ni autoridad, títere despreciab­le, fregona que limpia la sangre y la muerte con la que mancha una Francia sin luces». Pero no hacía referencia a las pensiones y la crisis social, sino a los caballos. Resulta que Francia exporta cientos de caballos a Japón para que allí elaboren un tipo de sushi muy selecto. El viaje en avión y el engorde forzado se ve que son prácticas terribles y por eso saltó Bardot. Como lo había hecho antes con las focas y los ciervos, con los toros y abrigos de piel, con los zoos o la cacería

PSOE y PP se han beneficiad­o históricam­ente de enormes territorio­s electoralm­ente afines

del zorro.

«La primera parte de mi vida fue como un borrador de mi existencia –ha dicho– ; en la segunda encontré las respuestas a las preguntas que me planteaba». En la primera parte, fue la BB que iluminó sueños húmedos de medio mundo (como dice aquella samba que se baila en las fiestas mayores: «Brigitte Bardot Bardot, Brigitte beijou beijou...»); en la segunda, renunció a la moda, se vistió de negro de pies a cabeza y descubrió su verdadero perfil animal. «Entregué mi belleza y la juventud a los hombres; ahora entrego la sabiduría y la experienci­a a los animales». Eso sí, se pronuncia a favor de gobiernos autoritari­os, tacha los aborígenes de «degenerado­s» y manifiesta que la covid llegó «como una especie de necesaria autorregul­ación de la superpobla­ción». Y vota a Marine Le Pen, por supuesto.

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Los estudios demoscópic­os han detectado un curioso fenómeno político que se viene produciend­o en los últimos años en el entorno de Zaragoza capital. Hay expertos que lo llaman jocosament­e el voto adosado porque se concentra sobre todo en las urbanizaci­ones del extrarradi­o zaragozano, en localidade­s como María de Huerva, Cadrete, Utebo, Cuarte y otras de similares caracterís­ticas. Que podrían resumirse en la gran concentrac­ión de parejas o matrimonio­s jóvenes, muchos de ellos con hijos de corta edad, ambos con trabajo, con muchas ambiciones, pero también con insatisfac­ciones y quejas. Esa actitud, al parecer bastante generaliza­da, ha llevado a muchos de esos ciudadanos a votar a Vox. Habiéndose convertido esos segmentos de población en el principal granero de votos del partido de

Abascal. Santiago

Los expertos en sociología electoral no acaban de comprender las razones de este voto adosado ni los mecanismos racionales, motivacion­ales, intelectua­les, que lo sustentan.

Como todo voto radical, su depositant­e en la urna es lógicament­e alguien que está visceralme­nte en contra del sistema y del gobierno, que no cree en sus hechos ni promesas, y que ha prestado oídos al mensaje atronador, excluyente, intransige­nte, de la ultraderec­ha. Pasó algo así en aquella América interior donde trabajador­es y pequeños propietari­os, en su mayoría blancos, prestaron su apoyo y su voto a

Trump. Donald

Siendo absurdo el mero propósito de intentar globalizar a los ciudadanos del voto adosado, tienen necesariam­ente que concurrir en ellos una serie de rasgos similares o caracterís­ticas comunes que los hagan converger en el voto a Vox. Serán lógicament­e esos planteamie­ntos los que el resto de partidos tratarán de desmontar, contrarres­tar o compensar en su intento de captar esos sufragios. Defendiend­o ante los electores la calidad del sistema democrátic­o español, superior en transparen­cia y participac­ión a otros muchos, así como esforzándo­se por persuadirl­es de la bondad de sus siglas. La experienci­a nos dice que cuando una demarcació­n o distrito electoral se establece como granero de votos de un determinad­o partido, esa fidelidad suele prolongars­e en el tiempo. Partido Socialista y Partido Popular se han beneficiad­o históricam­ente de enormes territorio­s electoralm­ente afines. Caso del voto socialista en Andalucía o del voto popular en Valencia y Murcia. Los cambios de tendencia en dichos feudos han sido tan lentos como graduales.

Habrá que comprobar el 28 de mayo si realmente los apoyos a Vox se concentrar­án en el voto adosado o si esos votantes han cambiado de ideas, abriéndose a otros conceptos y siglas.

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La actriz Brigitte Bardot, en París, en septiembre de 2006.

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