¡Cuán largo me lo fiáis!
El plazo dado en las promesas de campaña electoral es demasiado flácido
Es expresión que encontramos en nuestros clásicos con cierta frecuencia. Se ajustan más a este relato la de Tirso de Molina «¡Cuán largo me lo fiáis, siendo tan breve el cobrarse!» o la de Don Quijote, «Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho». En ambos casos señalaban que lo más probable era que no se cumpliera lo prometido.
Me valgo de esta expresión para acordarme de que el plazo dado en las promesas de campaña electoral es demasiado flácido y que posiblemente no se vaya a cumplir en nada, o en muy poco, lo prometido en campaña. La experiencia lo demuestra. Alguien dijo que la política es la única profesión para la que no es necesario poseer preparación alguna. Por eso hay tantos políticos incapaces. Visto lo visto, acaso estemos viviendo una variante democrática representativa de esta afirmación.
Se está afianzando esta situación decadente y puede perpetuarse, salvo cambio inesperado. Más que al concepto, me refiero a la interpretación que se hace de él, dada la formación cultural y laboral que ofrecen casi todos los sistemas docentes de cualquier perfil, público o privado. Cambian la regla del esfuerzo por el ansia de la subvención.
Quien tenga pretensión de ser líse der político debe exhibir una habilidad indispensable y triple: saber mentir, convencer al público de la mentira y negar que miente. Se ha quebrado la ilusión del socialismo democrático de la Transición, rota por el socialcomunismo gubernamental. Había surgido una esperanza que empezó a hacerse realidad. Hoy está desfigurada tras el nefasto abrazo de dos adversarios que necesitan con urgencia.
No todo vale. Ni en el amor, ni en la guerra, ni en la política. Idea que debe quedar muy clara en nuestra mente en este periodo preelectoral.
Las mentiras, la manipulación, el odio, el engaño y la crispación, vengan del lado que vengan, las pregone quien las pregone, no son tolerables en ningún contexto o situación, incluida la política. Es necesario mostrar que construimos una sociedad diversa, tolerante, democrática y con sensibilidad social. No es aceptable que los actores políticos hagan uso, aunque ello sea legal, de pactos miserables para obtener poder y satisfacciones personales. Nada puede justificarlo. Es indigno, injusto, e inaceptable, aunque hay quien lo banaliza.
Los comportamientos y actitudes de quienes dicen gobernarnos ayudan a identificar, analizar y calificar sus propuestas. Pasan por fases de manía y depresión. Esos escenarios ya vividos aparecen ahora con intensidad preelectoral: rompen totalmente con la realidad y, sintiéndose especialmente exuberantes, pierden el control de la temperatura de la sociedad y muestran una falsa energía creativa, con exceso de euforia, rebosantes de subvenciones y promesas incumplibles.
Las encuestas que con tanta frecuencia se hacen en este periodo tienen puntos flacos. Acontecimientos inesperados pueden modificarlas y dar al traste con las previsiones. Pronto se sabrá.
= *Catedrático Emérito de la Universidad de Zaragoza
Ni en el amor, ni en la guerra, ni en la política. Idea que debe quedar muy clara en el periodo preelectoral