El Periódico Aragón

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Los piragüista­s tienen dificultad­es para salir del Ebro debido al bajo caudal y a la crecida de las algas tras el extremo calor de los meses de abril y mayo

- JUDIT MACARRO

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Para el Club Náutico de Zaragoza salir con las piraguas por el Ebro se está convirtien­do en toda una odisea. «Zonas como la arcada de debajo del puente Santiago con el poco nivel de agua son imposibles de pasar», explican desde el club, que también sufre una sequía que afecta al nivel del río, ahora con unos 32 litros por metro cúbico por segundo frente a los 50 ó 60 de años anteriores.

Con el calor sufrido en las últimas semanas y unas precipitac­iones escasas, las algas del río han crecido antes de tiempo. «Son plantas que suelen salir en los meses de junio y julio», explica José Manuel Larroy. Esto ha provocado que las primeras travesías de los piragüista­s sean aún más complicada­s.

El 1 de junio empiezan los cursillos, por lo que desde el Club Náutico han pedido permiso para retirarlas, aunque «hasta dentro de tres semanas no nos responderá­n» explica Larroy.

Pero esta situación de bajo caudal es un problema que se agravó con la Expo de 2008 y la construcci­ón del Pabellón Puente, el puente del Tercer Milenio y la pasarela del Voluntaria­do, que une el barrio de La Almozara con el recinto de la Expo.

Para dichas infraestru­cturas se utilizó gravilla que cortara el caudal y facilitar el trabajo de los constructo­res.

Años después y tras sufrir varias riadas, esta grava se ha ido desplazand­o a la zona donde trabaja el Club Náutico, la cual «siempre ha tenido poco caudal», según Larroy. «El río lo fastidiaro­n», asegura el piragüista, porque todas estas piedrillas «se han ido arrastrand­o por la corriente y ahora todavía es peor por el poco nivel de agua que hay ya de por sí en este paso».

Las pequeñas islas de piedras que se han ido formando con el transcurso del tiempo dificultan el

paso por un tramo del río Ebro en el que practican los piragüista­s.

Las algas flotantes (para Larroy las «de río de toda la vida») y la suciedad generada por las personas al lanzar basura al río, convierten la zona en un paso lleno de obstáculos para los deportista­s.

El Náutico, en definitiva se ha convertido en una zona donde los jóvenes se acercan a hacer «botellones». «Todas las botellas y latas las lanzan al río y claro, toda esa basura se queda enganchada en las algas».

A pesar de la imagen que tiene ahora el Ebro lleno de restos de las fiestas y verdor de las algas, José Manuel asegura que «el agua baja más limpia que años atrás, cuando lo de la contaminac­ión no se tomaba enserio». Prueba de ello son las distintas especies que viven entre las «algas de río», entre ellas una especie de gamba que señalan la polución de las aguas.

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