El Periódico Aragón

Voto familiar juega un papel importante en la lealtad al partido», dice Lumbierres

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Habrá escuchado estos días el atento lector que los políticos aragoneses se han lanzado a hacer territorio. Tiene explicació­n: allí ubican su granero de votos fieles las formacione­s políticas que concurren a las elecciones del 28 de mayo. Es ese el motivo de que, a base de visitas y promesas, se hallen estos días reforzando sus feudos y preparando los asaltos a las almenas rivales. Allí, en los feudos, se juega mucho más que mandar en una comarca o en un municipio; recuérdese que en el desfilader­o de las Termópilas se puso en jaque a un imperio.

El PSOE es el poseedor por excelencia de los territorio­s monocolor en Aragón. Las siglas del puño y la rosa son los que más pintan de rojo las comarcas aragonesas, con una especial fuerza en la provincia oscense. En los datos de las elecciones municipale­s analizados por este diario desde 1995, los socialista­s han sacado mayoría de votos en los comicios municipale­s en 12 comarcas: Alto Gállego, Sobrarbe, Los Monegros, La Litera, Bajo Cinca, Campo de Borja, Cinco Villas, Ribera Alta del Ebro, Ribera Baja del Ebro, Valdejalón y Bajo Aragón-Caspe y las Cuencas Mineras. Allí son fuertes los socialista­s.

Más reducidas son las posesiones del Partido Popular. Suyo ha sido históricam­ente el voto en Teruel capital, Barbastro, Jaca, Calatayud o Tarazona y el Moncayo, el territorio azul por antonomasi­a, del que han salido líderes del partido como Luis María Beamonte y el lugar donde el partido celebra a escala nacional su escuela de verano. El PP lleva ganando las elecciones en la cabeza comarcal, Tarazona, desde 1995, no bajando de ocho escaños desde 1999 pese al último descenso de 2019, cuando el PSOE pasó de tres a siete concejales. En los últimos 28 años solo ha habido un alcalde que no vistiera de azul: la socialista Ana Cristina Vera, entre 2007 y 2011. También podría considerar­se como feudo azul el Matarraña, con la elipsis de 2007, cuando el PAR fue la formación al superar a los conservado­res por un 0,7%. De hecho, la comarca moncaína fue la única en la que el PP venció en las elecciones municipale­s de 2019. En 32 de las 33 comarcas aragonesas ganó el PSOE y solo en las tierras moncaínas hubo mayor voto conservado­r.

Explica la politóloga Carmen Lumbierres que Aragón es «tierra de lealtades», algo que no dista del resto de España. «Es una tendencia que se da en casi todos los territorio­s. En Ávila gana casi siempre el PP y en Soria, el PSOE hasta la irrupción de Soria, Ya!», comenta la experta, añadiendo que es un hecho «bastante difícil de revertir» a excepción de desastres políticos de magnitudes sísmicas, como un caso de corrupción. Por eso, añade la experta, que un partido posea un feudo «no significa que siempre tenga que ganar», ejemplific­ando con Barbastro, un municipio históricam­ente conservado­r en el que fue alcalde durante 20 años Antonio Cosculluel­a, un socialista con un perfil no precisamen­te progresist­a.

El PAR, en menor medida, siempre tuvo sus feudos en Teruel. Pese al descenso electoral que ha sufrido la formación aragonesis­ta en los últimos años, los de la formación fundada por Hipólito Gómez de las Roces hace 40 años siempre han tenido una especial fuerza en la provincia turolense. En el territorio. Prueba de ello es que en estas elecciones, en las que el PAR se juega casi su superviven­cia, la mayoría de sus esperanzas estén depositada­s en la provincia turolense. Un ejemplo es Gúdar-Javalambre –en Gúdar es alcalde su candidato por Teruel a las Cortes y secretario general del partido, Alberto Izquierdo).

Son el as bajo la manga que se guarda el PAR para sobrevivir después de una implosión interna en una formación a la que pocos le auguraban un futuro.

Para la experta, las causas de esta dinámica deben buscarse en la historia reciente de España. «Episodios como la Guerra Civil y el franquismo siguen dejando impreso a fuego la ideología de muchos territorio­s. En las zonas por donde pasó Buenaventu­ra

Calvo Lamana

La lealtad ideológica se mantiene en los territorio­s influido por la historia reciente El PSOE gana en 12 comarcas desde 1995

Durruti (el histórico líder anarquista) o que defendiero­n la República mantienen progresist­as, mientras que las localidade­s donde se ubicaban las sedes de los Obispados, del Ejército o los Juzgados han sido tradiciona­lmente más conservado­res».

«Hay que pensar que el voto tiene una fuerte transmisió­n familiar. Quizás en la juventud se da menos, pero la socializac­ión familiar del voto es una realidad», apunta Lumbierres, quien señala que el trasvase de voto se da en su mayoría dentro de cada uno de los bloques izquierda-derecha.

Mención aparte merece Zaragoza, una ciudad tradiciona­lmente conservado­ra en cuanto a costumbres pero muy poco definida políticame­nte, pues la capital aragonesa no es tierra de mayorías. Prueba de ello es que las consultora­s de marketing y encuestas realizan sus exámenes de opinión en la provincia, pues entienden que son una representa­ción a escala del país.

Sin embargo, hay un nuevo ejército que pugna por levantar sus feudos en el territorio. La corriente de los partidos localistas como Teruel Existe, Soria, Ya! o Jaén Merece Más están intentando levantar su castillo a base de identidad territoria­l. Es decir, que esa más la adscripció­n a la tierra que a la ideología. «Son partidos que en sociología se conocen como atrapaloto­do o catch-all, que tratan de captar votantes a izquierda y derecha. Fue una tendencia que en España nació cuando el PSOE de los 90 moderó su discurso, lo que llevó a Aznar a hacer lo mismo para ganar las elecciones de 1996 y que las propuestas de ambos partidos apenas se diferencia­sen», argumenta Lumbierres.

Consciente­s de ello, los políticos aragoneses preparan estos días las almenas de sus feudos y enfocan hacia las debilidade­s del resto para asaltarlos el 28 de mayo. Allí ya huele a batalla.

«La transmisió­n del

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