De elecciones municipales
En España apenas se celebran referendos. Desde 1936, incluidos los 40 años de franquismo, solo ha habido seis: dos con Franco en el poder; el que aprobó la Reforma política en 1976; y los tres de la etapa democrática, el de la Constitución el 6 de diciembre de 1978, el de la permanencia en la OTAN el 12 de marzo de 1986, sí, ese en el que el gobierno de hizo una pregunta propia de un verdadero cachondeo si no hubiera sido tan vergonzosa, y el obligado de la Constitución europea el 20 de febrero de 2005, en el que apenas votó el 40% del censo.
Es evidente que la casta política no está por la labor de preguntar directamente al personal qué es lo que desea, no vaya a ser que no le guste la respuesta (a lo de monarquía o república, listas abiertas y otras minucias por el estilo me refiero, claro).
Sin embargo, a la hora de elegir a los representantes políticos, previamente seleccionados y clasificados por los partidos, por supuesto, no vaya a ser que salga un verso libre y suelto y la líe, aquí hay elecciones a destajo: nacionales, autonómicas y locales.
El domingo 28 de mayo se eligen a todos los alcaldes y concejales de España y a diputados de parlamentos y cortes de varias autonomías; y ahí seguimos, con listas cerradas y sin posibilidad de alterar el orden seleccionado por los aparatos de los partidos.
Se dice, y es verdad, que las elecciones a los ayuntamientos son las que ofrecen cercanía para el ciudadano, porque el votante decide quién va a gobernar su localidad, pero es obvio que las municipales influyen en las generales, de manera que los partidos se están volcando en buscar el voto para obtener buenos resultados y así presentarse a las generales de fin de año en la mejor posición.
Quien gana en las municipales suele hacerlo en las siguientes generales. Ya pasó con la Izquierda en 1979, que logró cambiar para bien muchos pueblos y ciudades de España, y así asentar el triunfo del PSOE en 1982, y con el PP en Andalucía, cuya mayoría absoluta en 2022 se logró, además de por el hartazgo del personal por la corrupción de algunos altos cargos socialistas, debido a la buena gestión de muchos alcaldes populares, que demostraron que se podía gobernar democráticamente un ayuntamiento lejos del tópico del señorito andaluz de Derechas mandando desde lo alto de un caballo. Los alcaldes son piezas básicas de nuestro sistema político, y los políticos más cercanos al ciudadano; por eso, la mayoría se afana en hacerlo bien y gestionar con honradez y eficacia. Ojalá.
=
*Escritor e historiador
La casta política no está por la labor de preguntar directamente al personal qué es lo que desea