El Periódico Aragón

La mejor herencia posible: el trabajo, el futuro

Sonia Bielsa representa a la cuarta generación de su familia que trabaja en Endesa, en Andorra

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Redacción

Hay casi siempre un denominado­r común cuando uno profundiza en las historias vinculadas a la transición energética en la que se sumerge el proyecto El Legado que Seremos: el vínculo entre el pasado, el presente y el futuro se encuentra en las personas. Una colección inabarcabl­e de trabajador­es anónimos que llevan el sector energético en el ADN, que han vivido desde su infancia con el particular universo de generar, distribuir y comerciali­zar energía eléctrica en el primer plano. Y son testigos de excepción de los cambios que plantean los nuevos tiempos y la producción a través de renovables.

Pero, sobre todo, son, gracias al trabajo en una misma compañía, de- positarios de una herencia colectiva y familiar, de un nexo entre generacion­es y generacion­es de la misma estirpe. Ellos han recibido un legado singular, quizás el mejor posible: el trabajo. Y estos son algunos de los relatos que han marcado sus vidas.

«Recuerdo la primera vez que visité la central térmica de Andorra (Teruel). Era aún una niña y cuando entré en la sala de control me impactó mucho ver todas las luces que había y en ese

Sonia Bielsa. Darío López y Purificaci­ón Rodríguez, en Paradela (Lugo).

José Manuel Mato Díaz tenía 24 años cuando se convirtió en alcalde de Paradela, un municipio gallego inmerso de grandes fincas. Unos terrenos que servirían para el futuro desarrollo eólico que llegó a la localidad de la mano de Endesa. En 2002, con la incipiente aparición de las energías renovables, los beneficios que

«He nacido y crecido en Andorra y ahora vivo aquí con mi familia», dice esta ingeniera de Endesa

la construcci­ón de parques eólicos podía generar se eclipsaban con la desconfian­za originada en torno a estos. Los vecinos desconfiab­an de estos métodos de generación de energía, un 20% estaba en contra de la construcci­ón de los parques y una gran mayoría del 80% no participab­a en la dinámica de apoyo.

Francisco Javier Bielsa.

momento pensé: ¡qué trabajo más chulo tiene mi padre!». Sonia Bielsa, que ahora es supervisor­a de mantenimie­nto de parques eólicos, representa a la cuarta generación de su familia que trabaja en Endesa. Su bisabuelo empezó en las minas de carbón y ella es la primera que ha dado el salto las renovables.

«He nacido y he crecido en Andorra y ahora mismo vivo aquí con mi familia.

En 2007, cuando comenzaron las negociacio­nes económicas con los vecinos, se formalizó que el proyecto necesitaba el apoyo de 200 dueños de fincas. Estos procedimie­ntos estuvieron apoyados por José Manuel, quien respaldó la construcci­ón de los parques eólicos por los beneficios que generarían la vida de los paradelens­es.

El cambio de perspectiv­a se demoró durante una década, cuando se pondrían las obras en marcha. Los vecinos, lejos de mostrar desinterés, querían instalar los molinos en sus fincas. Los beneficios económicos tuvieron gran peso en la resolución de la disputa, pero con la construcci­ón de los 27 molinos vieron que las ventajas eran considerab­les. Muchas tierras inaccesibl­es, prácticame­nte abandonada­s, se han convertido­s en enormes pastizales gracias a las vías construida­s para subir las máquinas de los parques. Darío López y Purificaci­ón Rodríguez residen en Paradela, donde tradición y tecnología conviven. He estudiado en Zaragoza Ingeniería Técnica en Diseño Industrial. El primer año de carrera hice las prácticas en Endesa, en la central térmica de Andorra, en la oficina técnica, y cuatro años después ya empecé a trabajar como subjefe de turno (el mismo puesto que su padre) en el departamen­to de operación, que es donde llevábamos la supervisió­n y el control de toda la central», recuerda. «En julio

Beatriz Muñiz ha dedicado su vida laboral a las energías renovables, pero en 2015 decidió emprender un nuevo camino profesiona­l hacia los proyectos térmicos. De la mano de Endesa Generación, empezó a ocuparse del desmantela­miento de las centrales térmicas que la compañía había decidido cela

Francisco Bielsa.

de 2019 mi vida cambia, cuando una puerta se cierra, otra se abre y con el cierre de la central tengo la suerte de entrar a trabajar como supervisor­a de Operación y Mantenimie­nto en los nuevos parques eólicos», destaca.

El bisabuelo de Sonia Bielsa empezó en las minas de carbón. Después cogieron el testigo su abuelo, Francisco Bielsa, su padre, Francisco Javier Bielsa, y ahora Sonia. rrar definitiva­mente.

Este viaje le trasladó a la localidad de Andorra (Teruel), donde inició su primer proceso de desmantela­miento. La central térmica le originó sentimient­os encontrado­s. Un nuevo proyecto que suponía la desaparici­ón de un gran símbolo para la región, pero que abría un nuevo futuro en zona, el primer paso de una nueva etapa. El desmantela­miento de la central le brinda una segunda oportunida­d para un futuro siempre energético, pero adaptado a los tiempos. La construcci­ón de renovables no solo garantizar­á el empleo local sino un legado de continuida­d para la central.

Este proyecto, aún sin finalizar, ya ha proporcion­ado grandes ventajas en la zona. La creación de una plantilla de más de 200 trabajador­es que trabajan en un entorno de máxima seguridad; institució­n de un proyecto pionero de voladura con explosivos de estructura­s metálicas; o la consolidac­ión de la transición energética que dejará en la región una huella positiva.

El proceso de desmantela­miento no es sino un complejo procedimie­nto, tan crítico y duradero como la construcci­ón de la central. Un arduo trabajo que tiene previsto culminar en diciembre del 2024 y que volverá a aunar el camino de Beatriz Muñiz con las renovables.

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Trabajador­es retirando material aislante en Andorra.

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