La contaminación ‘ahoga’ el mar Mediterráneo en plásticos y basura
Un informe urge a una regulación inmediata y pide la cooperación de todos los países de la cuenca La generación masiva de residuos industriales, el turismo y la pesca son los principales causantes
No sólo es el calentamiento global lo que está amenazando el Mediterráneo y todo lo que en él habita, incluido el ser humano. Otro cúmulo de impactos, fundamentalmente derivados de la contaminación causada por el hombre, sigue deteriorando inexorablemente el Mare Nostrum. Por ello, resulta extremadamente urgente la materialización de políticas efectivas en el ámbito local y regional, así como la cooperación de todos los países de la cuenca para revertir con éxito los problemas ambientales en esta área marina. Así lo demuestra Actuaciones de las ciudades y regiones del área del mar Mediterráneo para luchar contra la contaminación del mar, un informe realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) presentado en el Parlamento Europeo por la oceanógrafa Patrizia Ziveri. El documento subraya la necesidad de luchar urgentemente contra la creciente contaminación provocada por las basura marina y plásticos en el Mediterráneo, así como mejorar la legislación vigente y hacer un seguimiento de los nuevos tipos de contaminantes, que requieren una regulación inmediata.
El Mediterráneo es una de las áreas marinas del mundo que soportan una mayor presión humana. Sus altas tasas de población y urbanización (150 millones de habitantes en sus costas), la actividad industrial, el turismo (acumula un tercio del volumen mundial) y la pesca han provocado un rápido aumento de la contaminación. Esto, unido a una configuración geomorfológica en forma de cuenca semicerrada y su circulación oceánica específica, lo ha convertido en uno de los lugares más contaminados del planeta y en una trampa natural para la basura marina, principalmente plásticos, señala el informe. Entre el 80 y el 90% de la basura marina en la cuenca es plástico, y se estima que 230.000 toneladas de plástico de origen terrestre van a parar al mar cada año. El turismo es el principal sector que contribuye a la basura en las playas (hasta un 60%), seguido de la pesca y la acuicultura (5-10 %). Sólo 10 tipos de artículos suponen el 66,4% de la basura en las playas del mar Mediterráneo, 9 de ellos están fabricados total o parcialmente con plástico y 7 de ellos con plástico de un solo uso. Las colillas y los filtros de cigarrillos son los más comunes (27,3%).
El informe indica que la principal causa de esta situación es la generación masiva de residuos y su mala gestión. Otras causas incluyen la descarga de desechos industriales y urbanos, las aguas residuales, la escorrentía agrícola, el transporte marítimo, la pesca y el tráfico marítimo, así como el turismo. «Para hacer frente a la contaminación hay que aplicar políticas de gestión de reducción y tratamiento de residuos, turismo, contaminación por plásticos y otros contaminantes, aguas residuales y otros residuos de los ríos», explica Patrizia Ziveri, oceanógrafa del ICTA-UAB. Es necesario reorientar el modelo de producción, los patrones de consumo y las prácticas de eliminación de residuos.
En este contexto, «es fundamental que la lucha contra la contaminación en el mar Mediterráneo sea avalada no sólo por los países de la UE, sino que la normativa sea implementada por todos los países mediterráneos a través de una cooperación eficaz», afirma. La ejecución y los resultados de las acciones para combatir la contaminación marina deben monitorizarse en diferentes etapas. Las mejores prácticas deben destacarse, compartirse e implementarse en diferentes regiones mediterráneas, añade.
Los científicos destacan que se han logrado avances significativos en términos de tratamiento y prevención, incluido el cumplimiento de la directiva de plásticos de un solo uso y la promoción del reciclaje. Sin embargo, se necesitan más y continuos esfuerzos. El estudio examina la implementación de la directiva de plásticos de un solo uso de la UE en Francia, España, Italia y Grecia, y pide una estrategia para reducirlos que incluya restricciones en el mercado, una mejor gestión de residuos y acuerdos entre consumidores y productores. «Los esfuerzos para reducir el uso de plásticos deben continuar para cumplir los objetivos medioambientales. Existe una necesidad urgente de centrarse en los objetivos estratégicos de la UE para sectores clave, como los patrones de consumo, la producción y la gestión de residuos», dice Michael Grelaud, oceanógrafo de la UAB y coautor del informe. «Ya existen algunas acciones para limitar la contaminación de origen marino (pesca, acuicultura, transporte marítimo, minería), pero a menudo afrontan desafíos para llevarlas a cabo porque todo se reduce a colaboraciones voluntarias por parte de los estados», dice Jorge Pato, coautor también del informe.
LAS SIETE ‘PLAGAS’ Entre las medidas / y desafíos que enumera el estudio están los contaminantes emergentes, los microplásticos, la contaminación acústica marina, la gestión de los ríos, tratamiento de aguas residuales y puertos, la acuicultura, iniciativas en ciudades costeras sobre caracterización y monitorización de residuos y las islas mediterráneas. Respecto a los contaminantes emergentes, se refiere a productos farmacéuticos, filtros UV, retardantes de llama o pesticidas que llegan al mar a través de escorrentías agrícolas, urbanas e industriales o el tratamiento de aguas residuales costeras.
El estudio denuncia que aún no existe una normativa para frenar el creciente problema de los microplásticos. Esta «contaminación debe establecerse como un tema prioritario en la agenda mediterránea, capaz de dar lugar a acuerdos vinculantes». Por ello, apuntan al establecimiento de prohibiciones y objetivos de reducción en la fabricación de tejidos y cosméticos, vigilando la entrada de microplásticos al mar en todos los cauces de agua. Se necesita igualmente, añaden, una regulación estricta de la pintura de los barcos.
El transporte marítimo, la exploración de petróleo y gas, la construcción y el mantenimiento de estructuras en alta mar y las actividades militares son una fuente peligrosa de contaminación acústica, que afecta a la fauna marina y provoca alteraciones en su comportamiento, interrupción de sus comunicaciones, daños auditivos, estrés e incluso la muerte. Proponen la creación de zonas marinas especialmente sensibles donde se restrinjan los niveles de ruido, barcos más silenciosos y reducir las velocidades de navegación. El desafío en la gestión de la contaminación del agua radica en la implementación de políticas por parte de los países firmantes. El estudio aboga por la reutilización cíclica de los efluentes tratados para la agricultura al objeto de reducir el gasto en fertilizantes y la recuperación de las aguas residuales orgánicas de las zonas urbanas como un valioso recurso agrícola.
Respecto a la acuicultura, es una actividad que contamina al descargar desechos sin tratar, usar productos químicos y liberar el exceso de nutrientes. Esto daña la vida acuática, promueve la proliferación de algas nocivas y envenena a los peces y otras especies marinas con antibióticos y metales pesados, por lo que se necesita la regulación de este exceso de nutrientes en la acuicultura.
En cuanto a las medidas que se proponen, pasan por fomentar la recuperación de los desechos marinos mediante compensaciones, el seguimiento de escombros y basura en las principales rutas comerciales, la creación de envases alternativos sostenibles y limitar la masificación turística en lugares más sensibles.
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Se estima que 230.000 toneladas de plástico van a parar a las aguas de este mar cada año