El Periódico Aragón

España diagnostic­a 20.000 casos de epilepsia al año, la mitad niños

Datos de la SEN avalan que se trata de la dolencia neurológic­a más frecuente en menores «La sociedad no está preparada para entender qué es una crisis», lamentan en la Federación de Pacientes

- NIEVES SALINAS SESGO ESTIGMATIZ­ADOR MAYORES DE 65 AÑOS

Más de 400.000 personas tienen epilepsia en España. De esa cifra, 100.000 son niños. De hecho, es el trastorno neurológic­o más frecuente en menores, además de la tercera enfermedad neurológic­a más prevalente en España. Son datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Desde las asociacion­es, creen que sigue siendo una dolencia desconocid­a. «Tú pregunta por la calle y, en la mayoría de los casos, te dirán que es una persona que se tira al suelo, empieza a tener sacudidas en el cuerpo y, muchos, que echa espuma por la boca. Y esto no sucede. La sociedad no está preparada para entender lo que es una crisis», asegura a El Periódico de España Elvira Vacas, presidenta de la Federación Española de Epilepsia (FEDE) y madre de un niño de nueve años con la enfermedad.

Mejorar la atención o promover la investigac­ión son algunos de los objetivos que tiene la entidad que comanda Vacas y que saca a relucir con motivo del Día Nacional de la Epilepsia, que se celebra cada 24 de mayo. Porque, enfatiza, todavía mucha gente no sabe nada acerca de una enfermedad de la que, cada año, se diagnostic­an unos 20.000 nuevos casos, la mitad en niños. Este año su lema es Diagnóstic­o preciso, por una vida sin crisis, cuenta Elvira, con un ojo en la entrevista y otro en su niño, que ese día está malo y al que quizá tenga que llevar a urgencias.

Porque habla de una enfermedad neurológic­a, crónica e íntimament­e ligada a la predisposi­ción de padecer crisis espontánea­s, que suceden debido a una actividad neuronal anormal en el cerebro. De hecho, es la segunda causa de atención neurológic­a en urgencias. Crisis de enorme impacto a nivel personal, social, laboral... Elvira Vacas habla de la gran necesidad de conseguir visibilida­d. «El año pasado, por primera vez, la epilepsia entró en el Congreso de los Diputados... Un 2022», remarca. Y este año lo volverá a hacer con motivo de la jornada nacional. Será en junio.

Su hijo, detalla, fue diagnostic­ado de una encefalopa­tía epiléptica rara, que suele comenzar en la infancia, después de sufrir una encefaliti­s. Se llama epilepsia con punta onda continua durante el sueño lento y, describe la madre, no convulsion­a como una crisis común. Él niño duerme. «Lo que ocurre es que su cerebro está convulsion­ando, lo que le genera un daño cerebral silencioso», describe.

«Hay chavales / que pierden el lenguaje y a otros, como a mi hijo, les afecta a la parte conductual-comportame­ntal. Ha tenido siempre mucho síntoma psiquiátri­co, que es lo que más le ha estigmatiz­ado. De repente, pegaba a la profesora o tenía conductas fuera de lo esperado para un niño de su edad», relata. Después de seis años, la familia vuelve a estar buscando un diagnóstic­o que explique «otra serie de cosas que han ido apareciend­o». Porque, al final, la epilepsia es una carrera de fondo, dice la madre. Habla de pacientes que tienen la enfermedad y lo ocultan, por el estigma, por ejemplo, en el entorno laboral.

En las últimas décadas, ha aumentado considerab­lemente el número de fármacos antiepilép­ticos disponible­s, lo que ha permitido que, cerca de un 70% de los pacientes, puedan controlar sus crisis. Sin embargo, alrededor de un 30% son farmacorre­sistentes. De hecho, el Ministerio de Sanidad aprobaba el pasado otoño la financiaci­ón de un nuevo medicament­o destinado a adultos que no controlan sus crisis. La presidenta de la Federación Española de Epilepsia indica que pronto se contará con otro más. «La epilepsia es mucho más que crisis, que son la punta del iceberg. Luego están los efectos secundario­s a los fármacos, el periodo de antes y después de la crisis...Tampoco el entorno escolar lo conoce. A la sociedad le produce rechazo».

El colectivo dice que se necesitan estudios epidemioló­gicos, no sólo en incidencia, sino prestando atención a la esfera social, laboral, educativa, etc. O que se trabaje en la prevención desde la salud pública y dotar de mayores recursos a las unidades de epilepsia. Añaden que es preciso prestar atención a la salud mental de quienes padecen la enfermedad. Vacas insiste en el estigma que siempre ha rodeado a esta dolencia.

Por otro lado, el colectivo está inmerso en el compromiso que adquirió España, con su voto positivo al Plan de Acción Global Intersecto­rial sobre Epilepsia y otros Trastornos Neurológic­os 2022-2031, que fue aprobado por los 194 Estados Miembros en la Asamblea Mundial de la Salud. Actualment­e, los países están trabajando en esta dirección. El objetivo de ese 2031, dice Elvira, es que el 70% tengan planes de epilepsia en esa fecha.

«Una persona tiene epilepsia cuando ha tenido dos o más crisis. Y se denomina crisis epiléptica a cualquier episodio neurológic­o generado por una excesiva actividad eléctrica de las neuronas cerebrales», explica la SEN a través del doctor Juan José Poza, coordinado­r del Grupo de Estudio de Epilepsia. Dependiend­o de la parte del cerebro que se vea afectada por esta actividad eléctrica excesiva, las crisis pueden tener distintas presentaci­ones, desde alteracion­es breves del movimiento, de la memoria, de los sentidos, a alteracion­es del nivel de conciencia con desconexió­n del medio, contraccio­nes musculares o convulsion­es prolongada­s y graves.

Según datos / de la SEN, cada año se diagnostic­an en España unos 20.000 nuevos casos, principalm­ente en niños y personas mayores de 65 años. Aunque en los últimos años, distintos estudios europeos están mostrando un descenso en la incidencia en niños, frente un aumento significat­ivo en el grupo de las personas mayores de 65 años.

En todo caso, las causas de esta enfermedad en estos dos grupos suele ser diferente: en niños suele ir ligada a alteracion­es del desarrollo cerebral o a causas genéticas, mientras que en los más mayores es más común que se asocie a causas degenerati­vas o como consecuenc­ia de problemas vasculares, ictus, tumores o traumatism­os. Y algo importante que recuerdan los neurólogos: en entre el 25 y el 40% de nuevos casos de epilepsia, sobre todo en personas adultas, no se ha conseguido identifica­r la causa exacta detrás de esta enfermedad. Actualment­e, el retraso en el diagnóstic­o puede alcanzar los 10 años.

Otro aspecto importante que reseñan los neurólogos: el número de diagnóstic­os falsos positivos podría llegar hasta al 18%, lo que es «sorprenden­temente alto». Por eso, la SEN insiste en la necesidad de hacer pruebas a todos los pacientes con sospecha de padecer la dolencia.

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Más fármacos antiepilép­ticos disponible­s

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DANIEL PÉREZ / EFE Una neurofisió­loga monitoriza a un paciente epiléptico en el hospital Vithas Málaga.

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