El Periódico Aragón

Juzgado por masturbars­e delante de un menor en las duchas de El Huevo

El joven se estaba duchando cuando el acusado aparecía «tocándose» tras él Estos episodios se repitieron por dos veces en enero de 2022 y él sufre ahora «ansiedad»

- A. T. B.

Los episodios de exhibicion­ismo o de provocació­n sexual no dejan secuelas físicas en las víctimas, pero sí daños morales que pueden dificultar a lo largo de los años el desarrollo psicológic­o de quienes lo han sufrido. En este sentido, un menor de edad comenzó a sufrir «episodios de ansiedad», «insomnio» o «nerviosism­o» tras ver cómo un adulto se masturbaba por dos veces delante de él en las duchas del Palacio de Deportes de Zaragoza, conocido dentro del argot zaragozano como El Huevo. Por eso Marc S. se sentó ayer en el banquillo de los acusados de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Zaragoza como presunto autor de un delito de exhibicion­ismo por el que la acusación particular solicita un año de cárcel.

Los dos pasajes denunciado­s se remontan a las tardes del 25 y 27 de enero del año pasado. Respecto al primero, el joven declaró que «había finalizado el cursillo de natación», por lo que marchó a las duchas, concretame­nte, a una cabina en la que «no había puertas». «Me estaba duchando y había un señor frente a mí que se estaba tocando. No lo había visto nunca y sentí mucho miedo y ansiedad; me quedé paralizado, no sabía qué hacer», recordó el joven, que se lo comunicó «al padre de un alumno del cursillo». Tras una batida de la Policía Local, no pudieron localizarl­e.

A los dos días, el menor volvió a las instalacio­nes de El Huevo, ya que era «el último día» de este cursillo de natación. Lo hizo en compañía de su padre porque estaba «asustado», de modo que el progenitor le tranquiliz­ó diciéndole que le esperaría en la calle y que le llamara en caso de que se repitiera ese episodio. «Me fui a la ducha y, en este caso, me puse en una ducha tipo cabina con puerta, pero el pestillo estaba roto y no cerraba bien. Me pegué un susto porque la puerta hizo un ruido, me giré y vi que esta persona había medioabier­to la puerta. Estaba parado frente a mí tocándose con los ojos abiertos y llevaba el bañador por los tobillos», describió. Tras ello, se lo comunicó al socorrista de la piscina y a su padre, al que llamó por teléfono. Ya dentro de las instalacio­nes deportivas, identifica­ron al susodicho, que acabó detenido.

En el plenario también compareció la orientador­a del instituto donde estudia la víctima, quien enumeró los episodios de «nerviosism­o» o «ansiedad» que sufre ahora el joven. «Le afectó tanto a nivel personal como académico. Todas las secuelas que hubo fueron lógicas y siempre va a haber cosas que le van a hacer recordarlo», zanjó.

El acusado permaneció en el interior de las duchas durante estos dos días, respectiva­mente, 47 y 68 minutos y, por su parte, alegó en su favor que elegía este emplazamie­nto para realizar «estiramien­tos». «No tengo explicació­n, lo he pasado bastante mal y ya no he vuelto a esa piscina. La detención fue bastante traumática hasta que en verano empecé a ir a otra piscina», añadió.

Para la acusación particular, ejercida por la letrada María Pilar Sangorrín, no existe ninguna duda en cuanto a la culpabilid­ad del procesado. «Es increíble que una persona haga ejercicios deportivos en la zona de duchas; es una persona que está al acecho de su oportunida­d y todo viene defendido por corroborac­iones periférica­s», defendió la abogada, que también pide una orden de alejamient­o durante cuatro años; tres de libertad vigilada y cinco de inhabilita­ción especial.

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ÁNGEL DE CASTRO Marc S., en el banquillo de los acusados de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Zaragoza, ayer.

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