El Periódico Aragón

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ALANA S. PORTERO Escritora que acaba de publicar ‘La mala costumbre’ (Seix Barral)

- ÁLVARO JORDÁN

Narrada desde una singular y desgarrado­ra voz en primera persona, la autora Alana S. Portero recorre la adolescenc­ia de una niña atrapada en un cuerpo que no sabe habitar, que intenta comprender­se a sí misma y al mundo en el que vive. Desde su infancia en un barrio de clase obrera arrasado por la heroína en los ochenta hasta las noches clandestin­as en el centro del Madrid de los noventa.

Quinto libro y primera novela. ¿Qué sensacione­s está teniendo tras su publicació­n?

–Son espectacul­ares, estoy muy sorprendid­a. Las críticas están siendo buenas, la prensa está siendo muy generosa y la acogida de los lectores ha sido muy inesperada. Estoy muy feliz.

¿Cómo surgió esta obra?

– El proyecto surgió alrededor del año 2017. En un principio, mi idea era crear una novela de infancia. Pero conforme la iba desarrolla­ndo decidí optar por una novela de crecimient­o. Es un género que le da más juego a los personajes y a sus historias, con espacio a más perspectiv­as.

Un tiempo más tarde, la novela acabó siendo un éxito en la Feria del Libro de Fráncfort el año pasado. ¿Cómo recuerda ese momento?

– No me lo creía. Me enteré gracias a una amiga y a mi agente, cuando me llamaron para contarme que la novela estaba captando los intereses de todos los editores. Es algo que me pilló en pijama, literalmen­te. Aunque confieso que todavía sigo en pijama, ya que no termino de adaptarme a toda esta repercusió­n, teniendo en cuenta que no soy una persona tan conocida. Que mi primera novela vaya a traducirse a nueve idiomas y publicarse en once países es algo increíble.

En esta historia destaca esa relación con la épica griega, con el mito del héroe y la veneración de los iconos pop como si fueran dioses.

– Totalmente. Por un lado, las figuras pop cumplen la función de santoral: están en continuo cambio y se reinventab­an constantem­ente en los 80, parecían personas distintas de un disco a otro y daba a la gente trans unas figuras a las que aferrarse en sus días malos. Por otra parte, los mitos griegos son un elemento siempre presente en mis obras, me crié con esos cuentos clásicos y creo que combinar esa magia con la dureza de un barrio es un cóctel con mucho potencial.

¿’La mala costumbre’ es una novela autobiográ­fica?

– Diría que el 80% de la novela es ficción. Yo creo que intento revisitar mi pasado para cambiarlo y hacer ficción con él. La estructura de la novela sí que tiene cierta inspiració­n en mí.

– ¿Puede decir algunos ejemplos de esa inspiració­n?

– El barrio de la protagonis­ta, San Blas, es mi barrio; las zonas de Madrid que visita son sitios que conozco muy bien e, incluso, los personajes surgen a raíz de combinacio­nes con varias personas de mis círculos sociales.

¿De qué forma ha cambiado el barrio de San Blas hasta la actualidad?

– No tiene nada que ver con lo que era antes. Casi todas las viviendas que había se han derruido y se ha perdido bastante su tejido social. La vida del barrio antes era mucho más comunal, con muchas asociacion­es de vecinos. Pero ahora se ha vuelto demasiado individual­ista, demasiado diferente. Al final, creo que es por el efecto de gentrifica­ción que está habiendo en Madrid. Le quita esa antigua esencia casera a todos los barrios.

– ¿Madrid también ha cambiado? – Desde luego. La veo con mucha pena y preocupaci­ón, no se parece en nada a la Madrid en la que me crié. Se está convirtien­do en un franquicia­do, lleno de consumismo por todas partes. Madrid siempre ha sido una ciudad grandilocu­ente, pero también contaba con esa atmósfera íntima, de callejones y personas. Aún mantengo la esperanza de que la ciudad resista y recuerde su pasado.

¿Cómo fue convivir con la ‘Generación Perdida de la Droga’ en primera persona?

– Terrorífic­a, fue una situación que se llevó a gente muy joven, ya no solo por la heroína sino también por el SIDA. Recuerdo ver a madres arrancando de rabia las carnes de los cadáveres de sus hijos, entre llantos. Se perdió muchísimo talento, era la primera generación que vivía con completa libertad después del franquismo. Toda la sociedad tenía puestas las esperanzas en ellos, y esas esperanzas se acabaron perdiendo.

Otro tema presente en la obra es la masculinid­ad clásica. ¿Qué opi

– Son unos valores que recibí en mi infancia, pero que no compartía. Creo que ese tipo de masculinid­ad convierte a los hombres en víctimas: estrecha sus capacidade­s de pensamient­o, de expresión e, incluso, de movimiento.

«La generación de los 80 acabó perdiendo todas sus esperanzas por la heroína y el SIDA»

«El movimiento trans se respeta cada vez más, pero es una realidad muy frágil en España»

¿Cuál es el mensaje de la obra que más le gustaría que se quedase en los lectores?

– Que no hay tantas cosas que diferencie­n a mi colectivo del resto. Nuestras vidas son muy parecidas si uno se aleja de los prejuicios.

¿Cómo ve la situación de la transfobia en España actualment­e?

– El movimiento se respeta cada vez más, pero es una realidad muy frágil afectada por un discurso político y evangélico provenient­e de Estados Unidos. Las redes sociales no ayudan en este tema. Les debo mucho, ya que han promociona­do mi trabajo pero son muy peligrosas. Por ejemplo, el debate que hubo en Twitter sobre la Ley Trans es algo que no se tendría que haber puesto de esa forma. Se puede debatir si estaba bien o no, perfilar si estaba mejor o peor hecha. Pero deshumaniz­ar ese proceso es algo que no ayudaba ni a la víctima ni al atacante.

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ANDREEA VORNICU La escritora Alana S. Portero, ayer, en el Hotel Palafox de Zaragoza. nión le merece?

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