Un servicio curioso y útil
Recibo diariamente en el correo electrónico la palabra del día, el medievalismo del día, píldoras de lenguaje y el latín del día de forma gratuita. Un servicio que me parece muy curioso y útil si se tiene interés por el lenguaje. El medievalismo del 11 de este mes fue la palabra «pujés», moneda así llamada por acuñarse en el municipio francés de Le Puy. También moneda de muy escaso valor que circulaba en Aragón, que es lo que me llamó la atención. Pujés no aparece en el diccionario de la Academia de la Lengua. Las primeras emisiones aragonesas de monedas se produjeron en torno al año 1085, las denominadas «jaquesas» por haber sido acuñadas en Jaca. Se trata de «dineros de vellón» y «medios dineros», llamados «meajas», monedas de vellón que circulaban en Castilla y valían la sexta parte de un dinero o medio maravedí burgalés. También en Jaca se acuñaron «mancusos» de oro. En la época de Pedro IV se acuñó una serie de «florines» en Zaragoza en el año 1369. El valor del «florín aragonés» osciló entre los once y los catorce «sueldos aragoneses». El florín aragonés estaba destinado a circular por todos los territorios de la Corona de Aragón. Avanzado el siglo XV, el florín dejó de ser una moneda de confianza y su caída en desgracia provocó el ascenso del ducado veneciano. Monedas de oro acuñadas en Zaragoza en 1477 fueron los «ducados». La moneda de plata del Reino de Aragón fue «el real», que empezó a acuñarse en el año 1475. Otras monedas acuñadas en esta ciudad se llamaron «dinerales». De los 100 ducados de oro de Juana I y Carlos I de Aragón, acuñación realizada en oro puro en el año 1528, sólo se conoce un ejemplar que se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia. Una reproducción de esta moneda fue el regalo que Aragón entregó a Felipe y Letizia con motivo de su boda. miento de la economía y a crear empleo, pero con un protagonismo del Estado en detrimento de la iniciativa privada para «no tener que recurrir a la política neoliberal de la derecha», según comentó la ministra de Hacienda al hacer pública la noticia.
Esta política producirá un evidente incremento del déficit público, pese a que Europa está presionando para que se reduzca, dado que no ha desaparecido la incertidumbre del panorama internacional. Junto con el techo de gasto, el Ejecutivo ha aprobado el objetivo de déficit de las Administraciones públicas para 2024, que se sitúa en un 3% del PIB, con lo que se cumpliría lo establecido por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea, un objetivo que parece una quimera.