El Periódico Aragón

El chabolismo: un problema sin final

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Erradicar el chabolismo parece un imposible. Un objetivo que no escapa a nadie y que tiene difícil solución en un mundo en el que cada vez es más caro vivir. En Zaragoza hay 30 asentamien­tos localizado­s, cinco menos que hace un año, de pequeño tamaño y muy dispersos que suelen estar habitados por una o dos personas, aunque hay salvedades.

A diferencia de lo que ocurría hace años o de lo que sucede en otras ciudades, donde los enclaves multitudin­arios son habituales, en la capital la forma de visibiliza­r la pobreza ha cambiado y cada vez son más los que optan por sobrevivir en la calle en soledad para poder pasar desapercib­idos.

La avenida Cataluña, San Gregorio, Las Fuentes, Torrero, Valdespart­era, Oliver, La Almozara y prácticame­nte en todos los puentes tienen su propio enclave, siendo uno de los asentamien­tos más grandes el que se encuentra en la desembocad­ura del río

Huerva, donde residía Florín, la persona sin hogar que falleció tras recibir una brutal paliza el pasado 7 de enero por dos personas en su misma situación.

Desde hace unos años el número de asentamien­tos se ha mantenido estable en Zaragoza, sin apenas variacione­s, salvo en determinad­as temporadas. Hay que tener en cuenta que muchas de estas personas cambian de ciudad según las posibilida­des de trabajo, como la recogida de la fruta. En verano, por ejemplo, se suele producir un pequeño repunte en el número de sintecho que se relaciona con las fiestas celebradas en los municipios, de las que huyen las personas sin hogar y se trasladan a ciudades próximas en las que asentarse de forma temporal.

Sucede por ejemplo con los usuarios del albergue de Pamplona, cerrado durante las fiestas de San Fermín, obligando a las personas que utilizan este recurso a buscar un alojamient­o temporal. El Ayuntamien­to de Zaragoza ofrece alternativ­as habitacion­ales a las personas sin hogar y un servicio de duchas, así como la posibilida­d de acceder a un ropero. Los sintecho llevan una mochila cargada de malas experienci­as a las que se suma el estigma de la pobreza, la dureza de vivir en la miseria acarrea muchos problemas mentales que acaban por cronificar su situación.

Hasta hace bien poco era raro ver a una mujer viviendo en la calle. La brecha de género no escapa a la pobreza y vivir a la intemperie es mucho más duro y peligroso para ellas, más vulnerable­s que los hombres.

Primero porque son más difíciles de detectar porque intentan hacerse invisibles. Es un mecanismo de defensa para evitar situacione­s de riesgo o peligro. Y segundo porque tiene un perfil más deteriorad­o. También se ha reducido la edad media de las personas sin hogar y cada vez son más los jóvenes formados y sin un empleo.

 ?? JAIME GALINDO ?? Asentamien­to chabolista en la desembocad­ura del río Huerva, donde vivía Florin con sus dos asesinos.
JAIME GALINDO Asentamien­to chabolista en la desembocad­ura del río Huerva, donde vivía Florin con sus dos asesinos.

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