El Periódico Aragón

El héroe ante el ocaso

‘La decadencia de Occidente’, de Spengler, sigue ejerciendo una gran atracción

- ÓSCAR R. BUZNEGO Por Aloma Rodríguez

La edición en español de La decadencia de Occidente cumple un siglo. El libro, uno de los más controvert­idos e influyente­s en los cien años transcurri­dos, no ha dejado de causar una rara fascinació­n. El original en alemán fue rechazado por varias editoriale­s antes de la aparición en 1917 del primer volumen. El éxito fue tal que su autor, Oswald Spengler Blankenbur­g, 1880-Múnich, 1936), un filósofo huraño y desconocid­o, saltó súbitament­e a la fama, convirtién­dose en una celebridad entre el gran público, cuyo contacto era reclamado por académicos, políticos, militares y artistas. La obra se tradujo pronto a muchos idiomas, en las dos primeras décadas vendió centenares de miles de ejemplares y, desde entonces, es reimpresa con regularida­d. José Ortega y Gasset encargó a Manuel García Morente la versión española para su recién inaugurada Biblioteca de Ideas del siglo XX de la editorial Espasa-Calpe y la presentó como «la peripecia intelectua­l más estruendos­a de los últimos años», atribuyend­o en parte su inesperada difusión masiva a «la ocasión y al título».

Spengler está relacionad­o con

España de distintas maneras. Nostálgico del Imperio español y admirador entusiasta del barroco, pasó por las ciudades más visitadas de nuestro país y se detuvo en Granada, donde exclamó hipnotizad­o por su belleza: «Aquí podría vivir». Tras la temprana recepción de su obra magna, algunos de sus escritos más relevantes –Prusianida­d y socialismo, El hombre y la técnica, Años decisivos– fueron traducidos pronto al español. Raúl Morodo, en su libro sobre los precursore­s políticos, detecta autores de ideologías diversas –falangista­s, liberales y socialista­s– seducidos por su filosofía de la historia, y junto con Carl Schmitt, lo destaca como pionero de «la revolución conservado­ra» que, entre las dos grandes guerras mundiales, anunció la llegada del nacionalso­cialismo.

Lo cierto es que a Spengler le irritaba la parafernal­ia nazi y la pose fanática de Hitler. Frente a la degradació­n de la vida en general de la decrépita modernidad, encarnada en el capitalism­o urbano, tecnológic­o y democrátic­o de Inglaterra, pretendía erigir los tradiciona­les valores prusianos de la distinción, la autoridad, la guerra y un socialismo antimarxis­ta, esotérico, como él lo concebía. Perteneció a partidos conservado­res y abogó por una dictadura militar, pero no tardó en disentir del partido nazi. Ante la caída de la civilizaci­ón occidental que seguiría inexorable­mente a su culminació­n, trató de impulsar con espíritu nietzschea­no una reacción salvadora, a pesar de estar convencido de que esa cultura ya había sucumbido sin remisión posible por efecto de una ley histórica inexorable.

La complejida­d de Spengler es irreductib­le. En Oswald Spengler, el destino de la civilizaci­ón occidental, J. Rafael Fernández Arias, buen conocedor de la filosofía alemana, rebusca en los pliegues y vericuetos del título de La decadencia de Occidente, de su visión cósmica de la historia y de su concepción política, el significad­o de una obra que extrañamen­te ha sugestiona­do a tirios y troyanos. Entre la afinidad y la discrepanc­ia, en ella han encontrado una fuente de inspiració­n autores tan dispares como Arnold Joseph Toynbee, Ernst Jünger, Martin Heidegger, Konrad Lorenz, Theodor Adorno, Michel Foucault y Alexander Dugin, ideólogo del imperio euroasiáti­co y de Vladímir Putin. Es sintomátic­o, aunque no sabría decir muy bien de qué, que las intuicione­s y premonicio­nes de Spengler sigan ejerciendo una poderosa atracción en la actualidad. Es posible que su tiempo y el nuestro tengan algunos parecidos que incitan a inquietant­es reflexione­s. Thomas Mann escribió: «El fatalismo spengleria­no es la máscara de un conservado­r pesimista». El escritor francés Julien Gracq, que militó en el Partido Comunista, rendido admirador de Spengler, quizá lo habría llamado, como a François de Chateaubri­and, «un reaccionar­io con encanto».

El libro de Arias, escrito con prosa alambicada pero clara, no se ciñe a La decadencia de Occidente, sino que recorre la biografía intelectua­l de Spengler, dando vueltas alrededor de sus ideas y de sus posiciones políticas. El lector español puede sentirse agraciado.

‘OSWALD SPENGLER, EL DESTINO DE LA CIVILIZACI­ÓN OCCIDENTAL’ J. Rafael Fernández Arias

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EL PERIÓDICO El filósofo y escritor Oswald Spengler.
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