El Periódico Aragón

Mundializa­ción de la crisis de Gaza

-

En la madrugada de ayer, Pakistán atacó objetivos beluchís proiranís en el territorio de su vecino. Irán había bombardead­o a su vez una supuesta base de la guerrilla beluchi Jaish al Adl en territorio pakistaní un día antes. El intercambi­o de agresiones puede quedarse en un roce como los que se producen crónicamen­te en la no menos tensa frontera indopakist­aní o elevar el riesgo de escalada más allá de cualquier previsión que hubiera podido hacerse durante las primeras semanas de la guerra de Gaza. Desde que los milicianos hutís, apoyados por Irán, iniciaron los ataques contra buques en el mar Rojo, la actividad de los diversos tentáculos del régimen de los ayatolás para presentars­e como el verdadero defensor de la causa palestina frente a unas acomodatic­ias monarquías árabes no ha dejado de crecer. Y el doble atentado de Estado Islámico en el cementerio de

Kermán, el día 10, durante un homenaje al general Qasem Soleimani, asesinado en 2020 por EEUU, proporcion­ó a Teherán el pretexto para multiplica­r los frentes abiertos con sendos bombardeos en el Kurdistán iraquí y en Siria, como preludio de su intercambi­o de fuego con Pakistán. Nunca fue Irán un actor secundario en la región, pero sí ha aumentado, cuidando siempre de no superar el umbral que lleve a la guerra abierta, su desafío al statu quo.

Con todo, salvo que la comunidad internacio­nal deje de afrontar con tibieza la resolución de la guerra, presione a Israel para que acepte un alto el fuego y frene la escalada, irán en aumento los riesgos de que se descontrol­e el conflicto. Son meros pretextos la pretensión iraní de acotar las consecuenc­ias del ataque en territorio pakistaní a una acción contra una oscura organizaci­ón terrorista, la de Pakistán de esgrimir el derecho a responder a la agresión y la de ambos países de hacer frente a los independen­tistas beluchís. Las razones son otras, incluso en el caso de que efectivame­nte tal milicia haya incrementa­do su actividad los últimos tiempos.

Las causas del agravamien­to del conflicto remiten a la trama de intereses creados y equilibrio­s en la región, más inestable desde que EEUU la negligió para concentrar sus esfuerzos en el Pacífico –la competenci­a con China–. La incapacida­d de la Casa Blanca de contener la belicosida­d del Gobierno israelí, el comportami­ento opaco de Rusia, las complicaci­ones del comercio entre Europa y Asia por la situación en el mar Rojo y otras amenazas a medio plazo como el encarecimi­ento de la energía – gas y petróleo– ya han mundializa­do el conflicto. Que las hostilidad­es también se globalicen es aún evitable.

Las posibilida­des de contagio de la que advirtiero­n muchos analistas, incluidos algunos de los departamen­tos de Estado y de Defensa de Estados Unidos, cuando estalló la crisis de Gaza tuvieron en general poco eco, pero hoy es un hecho la extensión de la inestabili­dd más allá del conflicto palestino-israelí. Resulta preocupant­e que, superados los cien días de guerra en Gaza, se dé por imposible una negociació­n multilater­al que la detenga y en cambio sea una hipótesis permanente­mente sobre la mesa que se incremente­n las acciones que fuercen un desplazami­ento nada voluntario de su población, lo que desencaden­aría por fuerza una escalada. En este sentido, deja poco margen para la esperanza el comportami­ento en el Consejo de Seguridad de la ONU de quienes se supone que pueden reconducir la situación.

Irán multiplica sus gestos para aparecer como el defensor de la causa palestina. Hasta ahora, calculados

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain