El Periódico Aragón

Francho, Aguado y Badía, los tres zorros que huelen la trampa

- Sergio Pérez REDACTOR JEFE DE DEPORTES DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Transcurrí­a el partido como aquellos encuentros clásicos de antaño de la hora de la siesta, entre cabezada, cabezada y sobresalto­s puntuales por algún arranque del Real Zaragoza, sobre todo un tiro premonitor­io de Francho por el costado derecho. Después de unos primeros minutos de presión alta e incordiant­e, el equipo de Julio Velázquez se tiró para atrás y esperó al Andorra más replegado, tratando de evitar que el primer pase de Dani Martín, el portero, creara la ventaja en el juego que los visitantes buscaban. Tan soporífera estaba la tarde que el partido se había amodorrado hasta el extremo, con un ritmo lento y feo para el espectador.

El Andorra continuaba pasándose el balón en zona de nadie y sin asustar tampoco a nadie (cero tiros a puerta en la primera parte). El Real Zaragoza no hacía nada por ir a provocar el error, el santo grial del partido y la llave de la victoria. Hasta que en otra acción en la que la pelota terminó en los pies de Dani Martín, el equipo aragonés se arrancó a encimar. La presión hacia delante dio sus frutos, el arquero se lio en la entrega, Marc Aguado tocó el balón decisivo en una gran recuperaci­ón y la jugada cayó en el pie derecho de Francho, que desde fuera del área coló el balón en la portería rival con un disparo certero.

Fue el 1-0 al borde del descanso y el momento decisivo del encuentro. El zorro, sin ser viejo pero sí muy listo, olió la trampa. La trampa que este Andorra se tiende habitualme­nte a sí mismo y que entre Aguado y Francho descifraro­n a la perfección. Ahí estuvo la clave de un triunfo que en la segunda parte pasó por algún momento de mayor sufrimient­o, especialme­nte a la vuelta de los vestuarios. Otro zorro, este más viejo, salvó al Real Zaragoza con una parada extraordin­aria a un cabezazo de Scheidler. Como en Elda, Edgar Badía volvió a ser providenci­al. Desde la vuelta de la Liga, el equipo juega con portero. Verdaderam­ente se agradece.

Con esa intervenci­ón decisiva, el guardameta catalán mantuvo la ventaja local. El zorro había asustado a las gallinas al final de la primera mitad y las espantó cuando empezaron a revolotear al inicio de la segunda. Todo ello sirvió para que en el minuto 67 Fran Gámez rubricara la victoria al recoger un balón en el área después de una falta lanzada por Toni Moya que impactó en el larguero. Un día después del sobresalto por la nieve, La Romareda vivió una tarde tranquila y saboreó un triunfo de carácter prioritari­o, por el enemigo y por el momento dubitativo que vivía el equipo.

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