El patinete eléctrico
El patinete eléctrico, que ha generado durante los últimos años una revolución sin precedentes en la movilidad de muchas de nuestras ciudades españolas, pese a ser considerado por un sector de la población como un auténtico azote callejero por el cúmulo de incidentes urbanos –quizá– pueda tener los días contados.
Conforme a recientes estudios de expertos en el tema, en España ha sido donde precisamente ha experimentado el mayor auge de toda Europa, ya que su demanda se calcula que ha aumentado un 1021% desde enero de 2019 hasta finales del 2023, copando las ciudades de Zaragoza, Oviedo y Málaga los tres primeros puestos en el ranquin de utilización y parte de la circulación. Pues bien, tanto nuestra Dirección General de Tráfico (DGT) como los ayuntamientos, parecen haberse puesto finalmente de acuerdo ahora en intentar disminuir ese ingente número de accidentes más o menos graves que han venido provocando y, tal como el popular y famoso refrán reza, «nunca es tarde, si la dicha es buena», han comenzado a su regulación, es decir, a aplicar nuevas normas para controlar su uso.
Así, una de ellas es la de prohibir su acceso a los transportes públicos en varias urbes de nuestro país como Madrid, Barcelona o Valencia, en base a los peligros que crean, ya que se dieron casos que explotaron en metros y autobuses así como en el espacio que ocupan, aunque mejor que la regulación es el veto –indiscutiblemente– tal como decidieron por abrumadora mayoría los vecinos de la capital parisina el pasado año, donde también la falta de civismo y de normas claras así como el aparcamiento descontrolado, generaba asperezas entre los peatones. Y es que no solo es sabio en la vida quien sabe, sino también quien quiere aprender.