El Periódico Aragón

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Tras más de cinco años de obras, ayer se estrenó la nueva Facultad de Filosofía y Letras con un total de 26 aulas «Los cambios siempre son buenos», aseguró una docente del centro

- JUDIT MACARRO ROMERA

Tras cinco años y medio de espera, los alumnos y alumnas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universida­d de Zaragoza volvieron a casa ayer. En total, 2.500 estudiante­s recorriero­n por primera vez a lo largo del día los pasillos del histórico edificio, que ahora cuenta con 26 aulas rehabilita­das por las que tanto han tenido que luchar. Atrás quedan las redes en el techo, los cascos de protección, las caídas de falsos techos y el tener que recibir clases en tres edificios distintos del campus. Ahora empieza una nueva etapa con «muchas ganas e ilusión» y todo vuelve a la normalidad en el campus de San Francisco.

A eso de las 10.00 horas, Jorge Solana, estudiante de Periodismo, bajaba por las nuevas escalera de caracol situadas en el centro del hall, que ha cambiado totalmente su aspecto, pero que mantiene el antiguo mural de Grávalos en la pared del fondo que da acceso al aula magna. El joven acababa de tener su primera clase en la facultad después de cuatro años moviéndose «de un edificio a otro para estudiar la carrera». Aseguraba que, en su primer intento de encontrar el aula, se perdió, «pero bueno es normal y, aunque al principio cueste estamos todos muy ilusionado­s de estrenar el edificio, por fin», explicó a este diario.

En el pasillo del primer piso, dos alumnos observaban un mapa donde se pueden leer las aulas y los despachos del edificio. La confusión, fruto del primer día, se dejaba notar entre los que paseaban a primera hora por la nueva facultad, un edificio del que algunos tienen aún un recuerdo vago de lo que fue y otros, más jóvenes, viven por primera vez la experienci­a de tener un lugar de estudio propio.

«Me he venido un rato antes para situarme y encontrar bien el aula», señalaba Gregoria Pradier Sebastián, profesora de Lenguas Modernas en la Universida­d de Zaragoza. Pero, a pesar de la desorienta­ción al recorrer un nuevo espacio, la docente aseguró que «los cambios siempre son buenos».

Era su primera clase en la nueva facultad y también la de muchos jóvenes que comenzaban a llenar su clase a eso de las 10.30 horas. «Lo que más agradezco es despedirme de las escaleras infernales de Interfacul­tades», aseguraba Juan Lahoz, alumno de primer año del grado de Lenguas Modernas.

Clases

Detalles

«Hemos vuelto a recoger el alma de las letras, que ha estado muy dispersa», aseguró la decana

Su compañera Lucía Zapico detallaba que «lo mejor de todo es tener enchufes en la mesa», un pequeño detalle que muchos estudiante­s llevan años echando en falta. «Es una tontería, pero se agradece que si te quedas sin batería en el ordenador, puedas ponerlo a cargar sin tener que dejar el portátil en una esquina del aula donde están los únicos enchufes», explicó la joven.

«Hemos vuelto a recoger el alma de las letras, que estos últimos años ha estado muy dispersa, en un edificio que mantiene la esencia de la antigua facultad, con detalles como el mantenimie­nto del antiguo mural de Grávalos, y las nuevas tecnología­s», apuntó la decana de la facultad, Elena Barlés, en la entrada de la nueva facultad.

El hogar de las letras

Junto a ella, Eliseo Serrano Martín, catedrátic­o de Historia Moderna, rememoró sus años como decano de la Facultad de Filosofía y Letras, cuyo mandato comenzó en 2012 y finalizó en 2020. «Hace muchos años que este edificio estaba obsoleto, desde el sistema de calefacció­n hasta los problemas de la caída de fragmentos de escayolas en la biblioteca y de algún que otro despacho», comenzó a narrar el exdecano sobre el momento decisivo en el que empezó el cambio y la necesidad de una reforma.

«Es una historia que trajo muchas preocupaci­ones, sobre todo por el trato que recibimos por parte de algunas institucio­nes, pero que mejoró de forma drástica cuando se implicaron de manera muy directa el rectorado y el Gobierno de Aragón», explicó Serrano sobre el momento en el que recibieron la financiaci­ón para comenzar las obras. Ahora, tras una larga lucha y espera, «por fin hemos podido volver a casa», señaló.

Entre las nuevas zonas, la actual decana destaca «una mejora de los laboratori­os y de áreas como el estudio de radio y el plató de televisión, que es la envidia de otras universida­des del país», brindándol­e al nuevo espacio de Filosofía y Letras «el lugar que se merece».

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ANDREEA VORNICU Algunos alumnos de la universida­d llegando a las aulas de la nueva facultad.
 ?? ANDREEA VORNICU ?? El ‘hall’ del edificio conserva el antiguo mural de Grávalos.
ANDREEA VORNICU El ‘hall’ del edificio conserva el antiguo mural de Grávalos.

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