El Periódico Aragón

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Renfe cuenta con un ‘cerebro’ en la estación Delicias para solventar las incidencia­s que ponen en jaque el funcionami­ento de los trenes de Media Distancia y Cercanías en Aragón

- MARCOS CALVO LAMANA

En la estación

Lunes, 18 de diciembre, a las ocho de la mañana. Un tren de mercancías sufre una avería y se queda tirado en medio de la vía convencion­al a la altura de Grañén. Las líneas que conectan Zaragoza con Huesca y Lérida quedan inutilizad­as y varios convoyes en los que viajan 400 pasajeros quedan bloqueados. Mientras el revuelo se apodera de los vagones entre los que no llegan al trabajo o a enlazar con otro tren, la alarma llega ipso facto al Centro de Gestión de Operacione­s (CGO) de Renfe ubicado en la estación Delicias, en Zaragoza. Los cerebros que allí se emplean empiezan a maquinar una solución para el rompecabez­as que se plantea el primer día laboral de la semana. En realidad son 400 piezas a encajar, cada una distinta, que van cayendo sobre los escritorio­s de estos solucionad­ores de la operadora ferroviari­a.

«Cabeza fría y pensar en todas las opciones. Lo esencial es hacer un PPA (parar, pensar y actuar)», cuenta Cristina García, una de los 12 muñidores de soluciones que controlan desde la planta alta de las estación todas las incidencia­s de la red de Media Distancia y Cercanías que recorren Aragón. «Somos responsabl­es de dar a todos una solución rápida y eficaz, sobre todo a los que viajan por necesidad. Tienes que analizar las mil

Áreas

Las incidencia­s son diarias: golpes con jabalíes, árboles o trombas de agua activan el operativo

conexiones posibles para dar salida a los pasajeros en cuanto antes y pensar: ‘Vale, meto a esta persona que va a Madrid en un microbús a Zaragoza y le guardo un hueco en el siguiente AVE’, ¡pero igual resulta que ninguna compañía tiene vehículos disponible­s porque es la hora del transporte escolar!», explica García. En aquella ocasión, la solución pasó por fletar cinco autobuses, tres de subida a Huesca y dos de bajada a Zaragoza, con distintas paradas en los municipios según los destinos marcados en el billete.

La informació­n de todo lo que pasa se gestiona a través de la herramient­a Copérnico, propiedad de Renfe, que permite saber, en tiempo real, todos los trenes que hay en circulació­n y dónde están, cuántos viajeros llevan, a qué destino se dirige cada uno o si tienen que enlazar luego con otro tren. Además, incluye quién conforma el personal a bordo, si se marcha sobre el horario previsto o si se han registrado incidencia­s en el interior.

Con esta informació­n trabajan al dedillo los 12 operadores (hoy tres son mujeres) del Centro de Gestión Operativa, que se dividen entre el equipo de producción y el de comercial para cubrir las 24 horas del día, los siete días de la semana. El primer equipo se encarga de realizar el seguimient­o al material móvil, es decir, saber dónde están los trenes, en qué estado se encuentran desde primera hora de la mañana, si sus revisiones están al día o si los maquinista­s están disponible­s, pueden conducir cumpliendo las horas máximas de circulació­n o si hay una baja sobrevenid­a.

El equipo comercial, por su parte, gestiona todo lo que tiene que ver con la atención al viajero, desde contratar los medios alternativ­os en caso de incidencia a repartir agua o comida. También es su responsabi­lidad avisar a los servicios sanitarios si hay viajeros enfermos o a las fuerzas de seguridad si hay altercados en el tren. «Es importante actuar con rapidez y hay que tener veinte mil cosas en la cabeza, porque no puedes dejar a la gente esperando una hora en una estación sin cafetería un día de verano a 40 grados», apunta Cristina Gracia.

Aunque la mayoría de incidencia­s no reviste gravedad y están protocoliz­adas, ocurre que cada incidente es un mundo que obliga a tener en la cabeza las mil y una variables que aparecen en el mapa. La lista comprende desde impactos con jabalíes a árboles caídos, un subidón de viajeros porque son las fiestas patronales de Encinacorb­a o una tromba de agua monumental en pleno operativo especial por Sanfermine­s.

La tormenta del 6 de julio fue la penúltima gran incidencia de la red, dado que la riada del barranco de la Muerte inundó la estación de Miraflores. La última aconteció el pasado viernes. Una avería había dejado tirado un tren en Grisén. Normalment­e, se envía un tren de socorro para remolcar el convoy, pero cuando este estaba a punto de salir la nieve impidió la circulació­n de trenes en las líneas de Pamplona, Teruel o Madrid. Los autobuses tampoco podían circular porque la autovía estaba cortada. Solo se podía esperar.

Ese es uno de los días frenéticos en el CGO, cuando todos los trabajador­es acuden a echar un cable y a tratar de resolver el complejo rompecabez­as. Una de las decisiones que se tomó fue prolongar hasta la ciudad del Turia el último trayecto del Zaragoza-Teruel-Valencia, que normalment­e duerme en la capital turolense. Eso obligó a contratar un autobús que hiciera el primer recorrido de la mañana desde Valencia. Todo quedó resuelto por la noche. El rompecabez­as estaba cerrado.

«Tienes que tener 20.000 cosas en la cabeza: no puedes dejar a la gente esperando a 40º»

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MIGUEL ÁNGEL GRACIA El Centro de Gestión de Operacione­s de Renfe se ubica en la parte alta de Delicias, junto al acceso a las vías del tren.
 ?? MIGUEL ÁNGEL GRACIA ?? El centro cuenta con dos equipos, uno encargado de los trenes y maquinista­s y otro de servicio al cliente.
MIGUEL ÁNGEL GRACIA El centro cuenta con dos equipos, uno encargado de los trenes y maquinista­s y otro de servicio al cliente.

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