TRASVASE DEL EBRO Obsesión
Estos días varios independentistas catalanes, de la órbita de los CDR (Comités de Defensa de la República de Cataluña) arrancaban de cuajo varios carteles informativos en carreteras aragonesas y en su lugar colocaron la información en catalán. También numerosas pintadas reclamando los ficticios paisos catalans de los 4.200 Kilómetros cuadrados del territorio aragonés. Esto solo puede entenderse como un vandalismo callejero a través de grupos radicales independentistas e ignorantes. Hay otra reivindicación que me causa mayor preocupación que la de estos fanáticos.
Y es que la tercera vicepresidenta del Gobierno PSOE-Sumar, Teresa Ribera, dentro de un gobierno débil y sin escrúpulo, vuelve abrir la puerta al trasvase del Ebro a Cataluña, algo que siempre ha sido una obsesión para gobiernos de la comunidad vecina. La crisis climática está provocando una falta de reserva de agua en muchas de las cuencas del territorio nacional. Algo que ya se veía venir pero que en Cataluña el problema del agua se acentúa por la mala gestión de los recursos y ambiciosos macro proyectos que demandan mayor cantidad. Entre otros, Vila- Seca y Salou en nuevos grandes hoteles, la ampliación del circuito de Montmeló, aeropuerto o el complejo turístico Hard Rock. Mientras, Aragón siempre con la espada de Damocles trasvasista intenta recuperar ecosistemas acuáticos y acuíferos y demanda obras pendientes, tan necesarias para muchos de sus secanos que integren cultivo y ganado. Porque Aragón también tiene sed. Lo diga quien lo diga, aunque lo diga con la fuerza que da una mayoría absoluta y utilice argumentos testiculares. Y sus razones hay que buscarlas no sólo en la Historia pasada de este pueblo, sediento como pocos, sino también en su presente y, fundamentalmente, en su futura subsistencia.