Negros nubarrones

El conocido fenómeno de la electromovilidad, que se refiere fundamentalmente al sector de los automóviles eléctricos, parece pasar actualmente de panacea a pesadilla.

Sucede que, pese al constante machaqueo a su favor por parte de algunas de las más importantes empresas del sector automovilístico mundial –sobre todo, en el último decenio– de que han hecho aumentar sustancialmente sus cifras de ventas, se presentan en el horizonte algunos que otros negros nubarrones.

Cierto es que el futuro de la industria automotriz es eléctrico, en base a ser más sencillos de conducir pues al carecer de cambios se tiene la sensación de un vehículo automático, de tener tanta o más potencia que los térmicos, de ser silenciosos, de ser su mantenimiento menos costoso y de cuidar mejor el medioambiente –entre otros– por lo que tanto Unión Europea (UE) como EEUU han «vislumbrado» ya el fin de los actuales vehículos impulsados con combustible de petróleo para el próximo 2035.

Pero no es menos cierto también que, tal y como ha quedado suficientemente demostrado durante este ultimo invierno en múltiples lugares de nuestro planeta, las bajas temperaturas han afectado muy negativamente a la batería de los coches eléctricos provocando un sinfín de graves accidentes, por lo que ¡ojo al dato! el peligro real de poder congelarse dentro de ellos existe, ya que tan solo el frío ambiental puede reducir su autonomía hasta un 20% menos si usamos la calefacción como en un coche de combustión.

En definitiva, y con la atención máxima que requieren, tratemos por todos los medios posibles de liberarnos de cualquier tipo de pesadillas, por pequeñas que estas sean.