El Periódico Aragón

El CNI arguyó que Aragonès dirigía los CDR para pincharle el teléfono

- QUIM BERTOMEU

Sostuvo ante el juez que el ya vicepresid­ente actuaba desde la «clandestin­idad»

Hasta ahora se sabía que el Centro Nacional de Inteligenc­ia (CNI) había pinchado el teléfono del presidente de la Generalita­t, Pere Aragonès, cuando era vicepresid­ente y que, para ello, logró una autorizaci­ón judicial. Desde este jueves se sabe una de las razones que argumentó ante el juez para conseguir la autorizaci­ón: el CNI pidió el pinchazo arguyendo que Aragonès dirigía las acciones de los Comités de Defensa de la República (CDR) y que lo hacía desde la «clandestin­idad» pese a que ya era la segunda autoridad del Ejecutivo catalán. En la Generalita­t no dan crédito. Fuentes del Govern consideran que las justificac­iones del CNI para intervenir el teléfono están «fuera de toda realidad».

Cuando en abril del 2022 estalló el caso Pegasus de espionaje a una sesentena de independen­tistas, la entonces jefa del CNI, Paz Esteban, acabó unos días más tarde comparecie­ndo ante la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso. Allí justificó que al menos 18 de las 60 personas espiadas lo fueron con autorizaci­ón judicial. El más llamativo de esos nombres era el del actual presidente de la Generalita­t.

Ahora ha emergido que el argumento utilizado ante el juez es que Aragonès era quien dirigía las acciones de los CDR y que lo hacía la margen de su papel institucio­nal. Es decir, había un Aragonès de día que hacía de vicepresid­ent de Quim Torra, y un Aragonès de noche que ejercía de máximo responsabl­e de los activistas. En la solicitud al juez se especificó que no se pedía la intervenci­ón como vicepresid­ente, sino por la «labor de dirección y coordinaci­ón de los CDR».

Aragonès asumió la vicepresid­encia en junio de 2018, cuando su partido ya había empezado a virar dejando atrás el unilateral­ismo para apostar por el diálogo con el Estado. De hecho, él mismo denunció ante el juez que fue espiado cuando negociaba con el PSOE la primera investidur­a de Pedro Sánchez que apoyó Esquerra. Por aquel entonces, para ERC la actividad de los CDR era más una incomodida­d que otra cosa.

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