El Periódico Aragón

Muere Ocampos, un delantero de época

El paraguayo, pieza básica de los ‘Zaraguayos’ y autor de más de 40 goles en las 5 temporadas que jugó en el Zaragoza, fallece a los 78 años

- EL PERIÓDICO

Felipe Ocampos Benítez, mítico delantero del Real Zaragoza, falleció la pasada semana a los 78 años en Asunción. Su muerte fue anunciada ayer por el club aragonés, que lo definió como «leyenda del Real Zaragoza. Mítico jugador paraguayo de nuestra historia. Un delantero de raza e inolvidabl­e. Siempre te recordarem­os».

Autor de más de 40 goles en las cinco temporadas que jugó en el Real Zaragoza, Ocampos llegó a tierras aragonesas en la temporada 1969-70 procedente del Guaraní. Punta bravo, valiente y poderoso en el juego aéreo (medía 1,84), Ocampos disputó 130 partidos con la elástica blanquilla.

Destacó en aquel Zaragoza de los Zaraguayos al que aportó gallardía, bravura y fútbol de quilates a pesar de su envergadur­a. «El partido que tengo más grabado fue el de mi debut en La Romareda. Era mi presentaci­ón, pero me jugaba el futuro. El público le tiraba bolígrafos al presidente, que era Usón, para que me firmara el contrato. Yo no sabía que iba a prueba, me enteré allí mismo, en Zaragoza.

Oliveros me puso un centro al segundo palo que metí de cabeza al ángulo en el primer gol. El segundo lo metí desde fuera del área», recordaba el paraguayo en una entrevista concedida a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN en 2015.

Ocampos vivió el descenso a Segunda en la 70-71, pero fue clave en el retorno a Primera y en la conquista del tercer puesto en la Liga en la 73-74, su última como zaragocist­a. «Nunca me olvidaré de mi

gente de Zaragoza. Ellos veían que no era falso como los futbolista­s de hoy en día, que enseguida se tiran. Tengo las piernas marcadas y me rompieron la cara no sé cuántas veces. La nariz, las cejas, la boca... Una vez incluso me sacaron un diente de un golpe. Fue De Felipe, el del Madrid. Pero eso no fue ni un codazo, fue un puñetazo directamen­te», recordó en esa entrevista, en la que asimismo, hizo referencia a su bravura en el campo

y a su diferente comportami­ento fuera y dentro de la cancha. «No se pueden contar las cosas que me decían y me hacían. Pero, bueno, los recuerdos más lindos me quedan del público. En todas las estupidece­s que hice dentro de la cancha no quiero pensar. Me volví más fuerte, más sucio. Ya no tenía esa buena intención de ir a jugar el balón, sino que también iba a golpear. El cacique del área me llamaban. Era porque me tenían

miedo. Había aprendido picardías después de tanto recibir y sabía cómo defenderme», recordaba.

Tras salir de La Romareda y problemas con sus compatriot­as, Ocampos se marchó a México para jugar en el León de Guanajauto, pero la estancia en aquel país fue breve y regresó a Paraguay para enrolarse en las filas del Olimpia, con el que salió campeón. Tras un último año en el Guaraní, el delantero colgó las botas.

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El paraguayo, durante uno de sus partidos con el Real Zaragoza.
 ?? ?? Ocampos, en una de sus últimas visitas a La Romareda.
Ocampos, en una de sus últimas visitas a La Romareda.
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