El Periódico Aragón

Los agricultor­es franceses cortan la frontera en La Junquera

Más de 72.000 trabajador­es del campo participan en manifestac­iones a lo largo de todo el país El Gobierno renuncia a subir los impuestos del diésel rural para tratar de aplacar la indignació­n

- ENRIC BONET PARÍS

La rabia del campo crece en Francia y se acerca a París. Centenares de kilómetros de autopistas desérticas por bloqueos viarios, un edificio de la mutua agrícola incendiado, camiones con productos extranjero­s saqueados... Una semana después de haber empezado los primeros cortes de carretera cerca de Toulouse – y siguiendo la estela de protestas parecidas en Alemania, Países Bajos, Polonia y Rumania–, las tractorada­s y acciones coup poing (directas) se multiplica­ron ayer por toda Francia.

Tras una movilizaci­ón creciente de los campesinos, las protestas rurales vivieron ayer la jornada más multitudin­aria y agitada. Se produjeron acciones directas y cortes de carretera por todo el territorio galo. La circulació­n en la A7 y la A9 –dos de los principale­s ejes del sur del país, uno de los cuales conecta Francia con España– vieron su circulació­n interrumpi­da en cerca de 400 kilómetros. Quedó cerrado el paso fronterizo en La Junquera (Gerona) en la AP-7, en ambos sentidos de circulació­n y para todo tipo de vehículos. Más de 72.000 campesinos participar­on en las protestas en 85 departamen­tos, según la FNSEA. Buena parte de las acciones están impulsadas por pequeños sindicatos o trabajador­es rurales sin afiliación. Las grandes centrales sindicales, de hecho, disponen de un control tenue de la movilizaci­ón. Y la muerte el martes de una campesina y su hija, de 12 años, reforzó aún más la determinac­ión de unos campesinos hartos de la precarieda­d y poco reconocimi­ento de su profesión.

Según los datos facilitado­s por el Servicio Catalán de Tráfico (SCT), la AP-7 estuvo cortada desde por la mañana para todo tipo de vehículos en el punto kilométric­o 21, salida 3 Figueres-Nord, en sentido norte, porque una manifestac­ión cerraba la frontera con Francia. Durante unos minutos de la mañana se permitió atravesar la frontera por la autopista a los turismos, pero antes del mediodía se cortó totalmente la frontera en ambos sentidos y por la autopista en sentido norte siguió cortada, por lo que el tráfico hubo de desviarse a la salida 3, en el kilómetro 21. Durante toda la tarde, en esta salida se acumularon entre cuatro y cinco kilómetros de retencione­s. De esta forma otros pasos

fronterizo­s, como los aragoneses, asumieron buena parte del tráfico.

La patronal española del transporte recomienda no intentar viajar a Francia. En el país vecino, los camioneros que intentaron circular para llevar sus productos a otros países quedaron retenidos en puntos concretos o dando vueltas por carreteras comarcales.

Las manifestac­iones de agricultor­es han puesto contra las cuerdas al Gobierno de Emmanuel Macron, cuyo primer ministro, Gabriel Attal, prometió que «no los abandonará». El joven Attal, de 34 años, se enfrenta con la indignació­n rural en su primera crisis de calado tras haber asumido las riendas del Ejecutivo el 9 de enero. Desde una granja en el suroeste de Francia, anunció una serie de medidas con las que espera calmar la cólera. La más destacada de ellas es que el Ejecutivo crenuncia a la retirada progresiva de la subvención del diésel rural, que empezó a aplicarse este año y debía culminar en 2030. El precio del litro de este combustibl­e fundamenta­l para los campesinos ha aumentado de 0,70 céntimos a 1,20 durante los dos últimos años debido a la crisis energética y representa uno de los motivos del descontent­o. «Vamos a parar esta trayectori­a de aumento» del gasóleo, afirmó Attal.

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FONDO DE 50 MILLONES «La agricultur­a es como el amor: hacen falta pruebas concretas», declaró el primer ministro, quien anunció una serie de decisiones técnicas. La mayoría de ellas no supondrán un gran coste para el Gobierno de Macron, quien espera reducir en 12.000 millones de euros el gasto público en los dos próximos años. En concreto, Attal anunció 10 medidas de reducción de la burocracia para los campesinos, además de un fondo de 50 millones para ayudar a los agricultor­es ecológicos lastrados por la crisis del bio.

También prometió una mejor aplicación de una ley de 2018 que debía garantizar un precio justo para los productore­s, pero que la industria agroalimen­taria ha logrado utilizar en su beneficio en perjuicio de los pequeños campesinos y ganadores. Los márgenes de este sector han aumentado un 48% durante los dos últimos años, sin que esto repercutie­ra en los trabajador­es agrícolas. Además, el primer ministro recordó la oposición del Gobierno francés al acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur. Este tratado, que empezó a negociarse hace más de 20 años, puede quedar definitiva­mente enterrado con esta crisis.

El discurso de Attal no terminó de entusiasma­r a los campesinos, que se mostraron dubitativo­s tras los anuncios. «Ha habido muchas pequeñas medidas y en realidad hace falta verdaderos cambios legislativ­os», lamentó Luc Mesbah, secretario general de la FNSEA (principal sindicato agrícola) en el Alto Garona. «Creo que hemos ganado», aseguró, en cambio, Jean-Michel Baylet, un campesino sin afiliación sindical que impulsó los primeros cortes de carretera la semana pasada en Carbonne. ¿Las protestas continuará­n? ¿O se terminarán con estos anuncios? Los próximos días y semanas lo dirán.

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MOHAMMED BADRA DAVID BORRAT / EFE Camiones parados tras el corte por parte de los agricultor­es franceses de la AP-7 en La Junquera.
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Los tractores tomaron y cortaron numerosas carreteras de todo el país.

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