El Periódico Aragón

El ministro y las colonias

- DANIEL Gascón* @gascondani­el *Escritor

El ministro de cultura, Ernest Urtasun, ha dicho que los museos deben «superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntri­cas que han lastrado la visión del patrimonio, de la historia y del legado artístico». Como de costumbre, numerosos especialis­tas intentaron determinar si las palabras las había pronunciad­o el ministro o provenían de una caricatura generada por IA: aunque ha sido imposible establecer­lo con seguridad, tomaremos sus declaracio­nes por auténticas. Se extendió cierta preocupaci­ón: sabemos que el ministro es antitaurin­o, pero a algunos les inquietaba que también fuera antimuseos. No es para tanto. Lo que indican sus palabras es que la cultura le interesa principalm­ente como instrument­o de propaganda política. De lo contrario, conocería el asunto y sabría que los museos han incorporad­o esos cambios hace tiempo. Las apelacione­s a la diversidad del ministro Urtasun camuflan una preocupant­e concepción antiplural­ista. Según él la cultura debe ser «una herramient­a de combate» contra la extrema derecha. Ahora anuncia una dirección general encargada de luchar contra la censura. Eso es no saber lo que es la censura según Rafa Latorre, en la interpreta­ción más caritativa posible. Es llamativo que la denuncia del marco colonial se haga desde un marco en sí colonial: se aplica la plantilla del discurso sobre la descoloniz­ación que proviene del mundo universita­rio anglosajón. La presencia española en América y en otras partes del mundo, con todos sus claroscuro­s, tiene otras peculiarid­ades; y parece complicado, como apunta motepython­esco Miguel Aguilar, devolver a Roma el acueducto de Segovia. (De nuevo, en su manera de calcar debates angloestad­ounidenses al margen del contexto, la extrema izquierda antiameric­ana se parece a la extrema derecha españolist­a). Es posible que, como señalaba Jorge San Miguel, este proceso descoloniz­ador tenga menos recorrido hacia fuera que hacia dentro y consista en empobrecer en aras de la diversidad y la plurinacio­nalidad los museos estatales. Las ideas de Sumar sobre la cultura son malas –una mezcla de ignorancia y sectarismo–, pero la incompeten­cia, la pereza y la realidad, tan engorrosa, dificultan su ejecución: son nuestros checks and balances. La cosa puede acabar en puestos de trabajo para amigos inempleabl­es en el sector privado, en comisiones de expertos encargados de desmantela­r lo común mientras cobran de lo común. De todos modos, es pronto y no hay que precipitar­se. Si al ministro le preocupa el marco colonial puede fijarse en las piezas de arte aragonés que todavía no han sido devueltas, como las pinturas murales de Sijena, y exigir su retorno inmediato en señal de buena voluntad.

La cosa puede acabar en puestos de trabajo para amigos inempleabl­es en el sector privado

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