I-PT USBTWBTFT OP TPO MBT PCSBT NÂT FGJDJFOUFT DPOUSB MBT TFRVÍBTu
Relator especial de la ONU sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento
Explica Pedro Arrojo (Madrid, 1951) que antes de emitir una opinión abierta al público debe mandar cartas y ponerse en contactos con los Gobiernos nacionales. Que no habla de temas concretos y que analiza en general lo que suponen los grandes debates del momento. Los trasvases de aguas o la situación que se vive en Gaza –este español fue de los primeros en calificar como «genocidio» la invasión de Israel recrudecida en las últimas semanas– son parte de su profundo análisis, en el que también estudia cómo vive la izquierda alternativa, aquella nacida en 2014 con Podemos, formación a la que representó en el Congreso de los Diputados.
– ¿Cómo es posible que se vuelva a hablar en España del trasvase del Ebro?
– Basta con recoger lo que ya se habló hace veinte años. Durante dos o tres años fue el tema prioritario para todos. Ya hubo informes y soluciones finales, a ver qué diferencias hay, porque se verá que ya está gran parte del debate hecho. Como relator, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de Glasgow, ya hice un informe de agua y cambio climático. Las medias de pluviometría no cambian pero sí el régimen, por lo que se tienden a producir sequías que se acentúan en frecuencia y en intensidad, así como grandes precipitaciones con grandes riesgos. Ante estos riesgos, ya se ha demostrado que las grandes obras hidráulicas no son en general las herramientas más eficaces y eficientes ante estos riesgos producidos por el cambio climático. Las fuentes de esos potenciales trasvases también pueden entrar en sequía y por lo tanto todo se colapsa. Sobre embalses, en países donde ya hay desarrollo de estructuras de acumulación y regulación del agua, la realidad es que vamos a tener menos escorrentía, porque la transpiración de las masas vegetales es mucho mayor por el aumento de las temperaturas. No nos faltan embalses, nos falta agua. Es como darle un monedero a un pobre: el pobre no lo necesita, lo que necesita es dinero.
– 20 años después parece que seguimos en el mismo punto.
– La realidad es que la mentalidad no cambia por decreto ley ni por informes técnicos. La forma de pensar y de afrontar los problemas tiene inercias largas. Antes hablar de cambio climático te hacia parecer un hippy o un profesor radical, hoy
ya lo hemos superado. Las convicciones se van asumiendo poco a poco.
– ¿Hoy veríamos esa contestación social?
– Puedo entender que haya sectores amplios de la población que sigan pensando en los trasvases. Pero quiero pensar que la proporción de ese pensamiento ha disminuido. Que sea por sesgo ideológico y por ser rentable para determinados partidos o por la demagogia de que las obras públicas se pagan solas. El debate también es sobre coste y beneficio: el Gobierno español, después de todo, reconoció sobre su plan hidrológico nacional que iba a tener un impacto económico de 4.500 millones de beneficio y la Comisión Europea le dijo que eran 3.500 millones de pérdidas. Me dio vergüenza ver cómo luego lo argumentaban con la necesidad social de la obra. Las desaladoras fueron más económicamente razonables y dan mas garantías en sequía que los trasvases.
– La reclamación en esta ocasión viene desde Cataluña.
– Ese trasvase ya fue muy contestado en Cataluña. Salieron juntos todo tipo de colectivos, de Aragón y
Cataluña, en contra de esa obra. Es cierto que tuvo más repercusión el trasvase hacia el sur, porque era mucho más caro, pero no podemos olvidar la contestación que hubo para el de Cataluña. En el caso de hoy, se dicen cosas muy parecidas a lo que ya se dijo entonces. Hay que
pensar en cómo nos preparamos para evitar las situaciones de urgencia. Dando prioridad real al abastecimiento humano y poniendo esas medidas, no debería haber problemas de emergencia.
¿Qué alternativas hay a obras tan grandes como los trasvases?
– – Primero, dar prioridad al abastecimiento de uso humano. Segundo, el uso de acuíferos. Hay que gestionarlos bien porque son las mayores presas del mundo. Pero no lo estamos haciendo bien y cuando tengamos que usarlos, no estaremos listos para ello. En otras zonas, como ciertas de Cataluña, están muy contaminados. Seguros para el regadío, por ejemplo. Los agricultores de secano sí tienen sus seguros cuando no hay lluvia, pero el regadío no. En definitiva, usos en prioridad y calidad, además de prepararnos todos para la sequía. Las desaladoras son la última opción, pero son interesantes. En todo caso, en zonas donde nos hemos pasado de la raya con aumento de riesgo del uso humano en sequía, la opción de la desaladora es mucho más fiable que los trasvases.
– ¿Existe la conciencia social hacia el uso racional del agua?
– Va calando en la gente. Las lecciones de actitudes, que cambian la vida, son más lentas. No ocurre al ritmo deseado, pero bueno. Pero la clave no está ahí: es el chocolate del oro si no cambian las actitudes generales. ¿Sabiendo que vamos a tener menos agua, es razonable pensar que vamos a crecer en regadío? Sigue dando votos. Deberíamos empezar a aprender de casos cercanos y pensar en cómo ayudar para que el pequeño y mediano regadío no sufra tanto el cambio climático y tenga garantía de riego ante episodios de sequía en el futuro. También creo que cada vez hay más conciencia con que el futuro no pasa por seguir invirtiendo en la nieve.
«Antes hablar de cambio climático te hacía parecer un hippy o un profesor radical»
«Las desaladoras resultan más económicas y dan más garantías ante la falta de agua»
Precisamente el año pasado hubo grandes movilizaciones en ese aspecto. ¿Cómo vio la posibilidad de un proyecto como la unión de estaciones?
– – Cada vez hay más gente concienciada, antes era impensable tener una manifestación en defensa del Anayet. Aprendemos con fracasos. Hay gente que reacciona ante este tipo de realidades. Es una oferta irreal de un desarrollo que es insostenible. A la vez que nos negamos a la unión de estaciones vemos bien que se amplíe el regadío. La natura
leza es tozuda y las realidades climáticas también. Hay alternativas para el Pirineo y para el secano, protegiendo la ganadería extensiva o el regadío de los pequeños explotadores, o mejorar los actuales sistemas de riego.
¿No cree entonces que la economía del Pirineo se salve con ese gran proyecto?
– – La economía del Pirineo se puede salvar de otra manera, porque va a tener poca nieve y de forma eventual. Eso no garantiza el funcionamiento de ese proyecto, entrará en quiebra, aunque sea una realidad inexorable que nadie quiera asimilar. La realidad es que la salvación no está en el proyecto, sino en la ciencia. Cada vez va a haber años más malos y así no puede funcionar ningún negocio.
Cerrado el capítulo medioambiental, ¿cómo ve la invasión de Palestina por parte de Israel?
– – Todo está pasando según ha programado el Gobierno de Israel. Es un gobierno que está llevando a cabo un genocidio. Recibí críticas cuando fui de los primeros en denunciar que íbamos camino de un genocidio. Hemos permitido durante 16 años que Gaza sea un campo de concentración sin precedentes en la historia de la humanidad, sin agua potable y sin poder salir. Ya ha habido varias declaraciones de muchos expertos y hay general consenso en que estamos en la línea del genocidio. Cortar el agua, los medicamentos y los alimentos a la población civil es un crimen de lesa humanidad en la categoría de exterminio.
¿Qué pasa con el agua en Gaza?
–
– Su única fuente natural es el acuífero costero, que ahora tiene una salinización masiva por reutilización y contaminación fecal muy fuerte. El agua desapareció de los grifos cuando se bloqueó la energía de las plantas de bombeo. Tienen muy poca agua y la que tienen está masivamente contaminada. Unicef afirma que hay más de 70.000 diarreas en niños por semana: deshidratación acelerada y, si se bebe agua con sal, a más velocidad. Hay decenas de miles de niños que mueren por deshidratación y ahora empiezan a entrar la disentería y el cólera. Es una bomba de destrucción masiva silenciosa, todo empezado por el bloqueo del agua.
– Sudáfrica denunció a Israel por estos actos. ¿Qué futuro le augura a esa denuncia?
– De entrada, la mayoría que se está generando contra Estados Unidos e Israel es escandalosa. Tanto que Estados Unidos tiene cuestionado su liderazgo mundial. Es un escándalo, un líder mundial no puede aceptar esto. Pero la reacción europea ha sido tardía.
– ¿Qué opina de la propuesta de dos estados de Borrell?
– Esa solución ya quedó acordada en los acuerdos de Oslo. Isaac Rabin y Yasser Arafat recibieron el premio Nobel de la Paz por ello. Netayanhu se enorgullece de haber sido clave en destruir esos acuerdos internacionales. Desde entonces, silencio. La gran derrota de la reacción israelí es esa propuesta de Borrell. La estrategia de arrasar Gaza y la población civil tiene una derrota internacional clamorosa. Eso ha hecho que la UE se ponga de la mano de la liga árabe, toda América latina, gran parte de Asia. Por eso Borrell se siente con capacidad para anunciar que toma esa acción unilateral.
«La salvación de la economía del Pirineo no está en la unión de estaciones, sino en la ciencia»
«Hemos permitido 16 años de campo de concentración en Gaza y hoy vemos un genocidio»
– ¿Veremos esa solución de dos estados?
– Hasta hace poco era impensable. Es una derrota de Estados Unidos en todos los aspectos. El propio Biden va a perder las próximas elecciones, en cierta medida, por el apoyo que está dando a la masacre de la población palestina. El voto demócrata se está desactivando.
– Usted fue diputado de Podemos por Zaragoza. ¿Mantiene contacto con la formación?
– No. No tengo contacto con ningún partido en sentido de adhesión. Por mi propio trabajo como relator cuido mi independencia, me mantengo partidariamente independiente. No tengo ninguna relación. Escribí un librito: Fue apasionante, pero no un placer.
– ¿Cómo ve el espacio a la izquierda del PSOE?
–Podemos aportó y demostró que, cuando el PSOE tomó una posición de políticas neoliberales, había una enorme potencialidad para recuperar el espíritu de la socialdemocracia. La realidad es que sigue existiendo, dentro de la diversidad del voto progresista, espacio para posiciones que defiendan la sostenibilidad ambiental o la equidad social. Que lo interpreten una u otras fuerzas está por ver y de ahí la distribución de ese espacio.