Es un genocidio
La Corte Internacional de Justicia ordena a Israel adoptar medidas para evitar un genocidio sobre el pueblo palestino en Gaza, pero no le pide un alto el fuego; han muerto ya 26.400 palestinos. Nueve países suspenden su financiación a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos después de que Israel acusara a algunos de sus miembros sobre el terreno de colaborar con Hamás en los ataques del 7 de octubre; esta agencia es la mayor organización en Gaza después del propio Gobierno y su labor resulta imprescindible para abastecer de alimentos y medicamentos a la población.
La hipocresía rige el orden mundial. Sin aspavientos. Sin disimulo. Mientras los ciudadanos se manifiestan en la calle para exigir el fin de los ataques israelíes y llaman a las cosas por su nombre, genocidio, los gobiernos continúan con sus rodeos y estrategias para que sus intereses geopolíticos y económicos no resulten dañados. Al mismo tiempo intentan parecer preocupados por el pueblo palestino.
Un jurista polaco de familia judía, emigrado a Estados Unidos tras la invasión de los nazis, fue quien acuñó por primera vez el término genocidio. En 1944 no existía una palabra para describir el Holocausto contra el pueblo judío. Él logró que empezara a utilizarse con su significado actual: «exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad», según la RAE.
Durante los juicios de Núremberg contra cargos y colaboradores del régimen de Hitler los fiscales emplearon este término, pero no lograron incluirlo en la sentencia. Los 18 condenados lo fueron por crímenes contra la humanidad, no por genocidio. Sin embargo, sentó un precedente importante para los posteriores cometidos contra los tutsis en Ruanda, los Jemeres Rojos en Camboya, los rohinyas en Myanmar o los musulmanes en Srebrenica (Bosnia-Herzegovina) porque en los juicios posteriores sí se condenaron a cargos políticos y militares por ello con el significado de limpieza étnica que implica.
Repasando aquellos conflictos, viendo imágenes de las atrocidades cometidas y leyendo acerca de las acciones de la comunidad internacional queda claro que no es que no aprendamos, sino que seguimos rigiéndonos por el permanente egoísmo que ha guiado las relaciones internacionales a lo largo de la historia. Los gobiernos vuelven a callar por miedo a la reacción del país atacante al que se aplica una indulgencia perversa. Mientras no se le confronta ni se le exige el fin de la matanza, al pueblo masacrado se le dice que enviarán ayuda humanitaria. No hay cabeza en la que quepa tan endiablado argumento.
Seguimos rigiéndonos por el egoísmo que siempre guía las relaciones internacionales