Muchas gracias, Zaragoza
El reparto del roscón de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN es a la festividad de San Valero lo que la Ofrenda de flores a las Fiestas del Pilar. Después de 32 ediciones siendo protagonista en el epicentro de la celebración de los zaragozanos por el día del patrón de la ciudad, ya nadie entendería que no existiera, forma parte de una tradición que va más allá de degustar el delicioso dulce que elaboran los distintos obradores que han participado en las más de tres décadas que lleva esta popular cita con los ciudadanos. Simboliza una perfecta comunión de los lectores, que son los que realmente dan brillo y esplendor a la fiesta, con este diario, que es quien lo organiza pensando en ellos. Una ocasión única para conocerles, saludarles, desearles un buen día del patrón y agradecerle la calurosa acogida que siempre dan haga frío o calor, viento, lluvia o un sol radiante. Son el alma de ese roscón que todos en la ciudad conocen, y cada vez más gente fuera de ella.
Cada 29 de enero se revoluciona la plaza del Pilar, que se llena de niños, jóvenes y mayores para dar sonido y color a la fiesta por el patrón San Valero. Este epicentro de la celebración se convierte en un escenario múltiple en torno al tradicional roscón en el que poder degustar el dulce con chocolate mientras se ve desfilar a los gigantes y cabezudos, pasar por el Tragachicos, visita al santo en la catedral de la Seo... Un buen elenco de símbolos de la ciudad con los que muchos se reencuentran al menos una vez al año , este día.
La definición de tradición lo deja bien claro. Según la Real Academia de la Lengua, es la doctrina o costumbre conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos. Pues bien, el roscón congrega a miles de personas de varias generaciones diferentes en torno a sus más de 500 metros de longitud. Y en la fila, ciudadanos de los que dicen no fallar ningún año, quienes lo descubren por primera vez, quienes llegan a disfrutarlo porque se lo han contado... ¿Acaso no es eso la tradición de un pueblo? Por muchos años más en torno a una cita en la que quienes realmente alimentan la tradición y su historia son ellos, los ciudadanos.
Cada edición es un reto y una ilusión renovada para este diario, porque son muchas las ediciones queriendo sorprender y aprender de los errores, desafiando a veces al viento o la lluvia. Si los zaragozanos acuden siempre, no se les puede defraudar. Y si han tenido a bien incorporar este reparto en su agenda habitual de cada 29 de enero, por muchos años más a su lado. Para endulzarles ese día tan señalado para la ciudad y para, humildemente, decirles un «muchas gracias» en mayúsculas. Por todo y para todos, siempre.
La cita con el roscón de San Valero es como una comunión perfecta con los ciudadanos, son ellos los que ‘alimentan’ de verdad esta tradición