Argyor entra en concurso y mantiene en erte a 62 empleados
La joyería, fundada ➲ en 1954 en Zaragoza, afronta una delicada situación financiera La empresa adeuda unos 12 millones de euros en pasivos con entidades bancarias
Joyas Argyor, una empresa familiar fundada en Zaragoza en 1954 y con presencia en los mercados de cinco continentes, afronta una delicada situación financiera fruto del impago de una deuda bancaria que ronda los 12 millones de euros. La compañía solicitó el concurso de acreedores en septiembre del año pasado y poco después aplicó un erte (expediente de regulación temporal de empleo) a sus 62 trabajadores, una situación que se mantendrá vigente hasta el 30 de junio de 2024.
La histórica empresa va a celebrar su 70 cumpleaños este 2024, pero el horizonte no es demasiado halagüeño con la misión de reestructurar una deuda con varias entidades bancarias que ronda los 12 millones de euros entre pasivos corrientes y no corrientes. Argyor había registrado cifras positivas durante la década pasada y en 2018 facturó 12,8 millones de euros, lo que la situaba como el sexto mayor grupo joyero de España con un 2,37% de la cuota del mercado nacional.
Este diario se puso en contacto con la empresa y con el administrador concursal, pero ambos declinaron ofrecer declaraciones sobre el proceso. Sin embargo, fuentes de CCOO, que tiene el total de la representación en el comité de empresa, apuntan que la situación «no es imposible de reflotar», pues la empresa «sigue dando más beneficios que pérdidas» pese al escenario complejo.
La compañía se caracteriza por ser un referente en el mercado de las exportaciones aragonesas, pues trabaja con 3.000 joyerías en todo el mundo y un 40% de su cifra de negocio está fuera de España. Sus alianzas de boda y joyas religiosas llegan a México, donde abrieron su primera filial fuera del país en un mercado donde triunfó la medalla religiosa. Sin embargo, parece que el covid fue un duro golpe para una empresa que «hace tiempo que atraviesa dificultades», cuentan fuentes del sector.
Fuentes sindicales no ven «imposible» que la dirección logre reflotar la situación
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MEMORIA RSA La compañía tiene su sede junto a su fábrica en frente de la rotonda de la N-330 que enlaza la avenida de Gómez Laguna y vía Ibérica, a la que se mudaron en 1969, y es una vieja conocida del mundo empresarial. Pertenece a la Federación de Empresarios del Metal de Zaragoza (FEMZ) y ostenta el sello de Responsabilidad Social Corporativa que otorga el Gobierno de Aragón. Precisamente en la memoria RSA publicada en 2022 por la compañía figura que el año 2022 «ha sido clave para Argyor», en referencia a los cambios «internos y externos» producidos en el seno de la compañía en un tiempo en el que toca dejar atrás «las nefastas consecuencias de la pandemia». El documento también hace referencia a los incrementos en los costes energéticos, de las materias primas y todos los referenciados al IPC, lo que ha obligado a la compañía a «reinventarse desde el punto de vista de producción y
de comercialización del producto».
Otra de las razones se debe a que precisamente el mercado joyero tiende cada vez más hacia la actividad de las multinacionales. Por eso el caso de Argyor, una entidad familiar que aglutina tanto la producción como la comercialización de su producto, es una rara avis hoy en día en el sector.
Fue el 24 de febrero de 1954 cuando Eloy Gracia fundó Argyor, que nació como un taller de orfebrería. El nombre de la empresa hace referencia a las palabras argento (plata) y oro, los metales preciosos que dieron forma a sus joyas. Durante los años posteriores, la empresa se afianzó como una de las más punteras del sector en todo el país y en 1970 se trasladó a su sede actual en unas instalaciones de 4.500 metros cuadrados. Argyor alcanzó su cénit antes del crac financiero de 2008, cuando según los datos proporcionados por la propia empresa al diario Expansión contaba con 120 trabajadores y un capital social de tres millones de euros. Fue entonces, con la gran recesión, cuando comenzaron los problemas.
La complicada situación en la que se encuentra Argyor supone una muestra más de la crisis que atraviesa el mundo de las pymes familiares y las empresas históricas de Aragón, que ahora se ceba con el ámbito industrial. La fabricante de joyas se suma a otros concursos de acreedores abiertos como el de Leciñena o a la fuga empresarial de Airtex, otra mítica compañía zaragozana que deslocalizó su producción tras pasar a manos estadounidenses.