El Periódico Aragón

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Milei lleva casi dos meses al frente de la presidenci­a de Argentina, entre tropiezos y amenazas, con la sensación de que en realidad ha pasado mucho más tiempo en el poder

- ABEL GILBERT The Wall Street

La ofensiva de Javier Milei para cambiar de raíz la economía y la misma vida de los argentinos por ahora se da de bruces con un Congreso que se resiste a aprobar letra por letra sus megaproyec­tos, y la calle da señales de malhumor por los efectos en los bolsillos de una inflación que, en el mejor de los casos, será del 25% este enero. Los medios argentinos aseguran que el anarcocapi­talista comienza a perder la compostura porque las transforma­ciones no suceden a la velocidad anhelada.

«No hay plan b, no hay plan b para hacer las cosas bien. Haces las cosas bien o las haces bien. Porque si el plan b es hacer las cosas más o menos o negociar... Esa es la historia de Argentina, así estamos», dijo Milei a The Wall Street Journal después de que el oficialism­o se viera obligado a retirar todo el capítulo fiscal de su ambiciosa ley ómnibus.

El Gobierno de ultraderec­ha se ha visto obligado a hacerlo frente al rechazo de los gobernador­es provincial­es y una parte de los legislador­es «dialoguist­as» que no aceptaban subidas de impuestos ni un ajuste más draconiano de lo tolerable. El traspié provocó el enojo presidenci­al. Parte de la ira se ha descargado contra Guillermo Ferraro, quien ha sido cesado como ministro de Infraestru­ctura. El dirigente había sido uno de los arquitecto­s de su victoria electoral.

El primer sinsabor parlamenta­rio se acompañó de una masiva protesta en las calles contra el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que le otorga súper poderes y la ley ómnibus. El movimiento obrero, que se manifestó masivament­e el pasado 24 de enero, amenaza con una huelga general en marzo. Pero Milei no quiere hacer concesione­s de ninguna naturaleza, ni siquiera frente a quienes le proponen que amplíe su coalición, como le sugirió el diputado Miguel Pichetto. La intransige­ncia del anarcocapi­talista desconcier­ta a los analistas políticos.

Plan «herido de muerte»

El jefe de Estado, según señaló Ignacio Fidanza en el portal La política online, «se peleó con todo el sistema político» para defender el núcleo duro de su proyecto y «cuando se asomó al precipicio de la derrota, lo entregó para quedarse con la cáscara». De esta manera, «precipitó el desenlace que quería evitar» y su iniciativa «quedó herida de muerte». El tro

pezón vino precedido por otro escándalo. Los «libertaria­nos» y sus aliados habían intentado reescribir el dictamen que habilitaba el tratamient­o parlamenta­rio de la ley ómnibus en el inmueble de un funcionari­o.

«Milei se propone rescatar a Occidente de las garras del socialismo, promete una Argentina alemana en 30 años y quiere barrer las viejas reglas de la política, pero se empantana en la tarea burocrátic­a de poner en marcha un Gobierno sin mayorías», señaló Martín Rodríguez Yebra, columnista del diario La Nación. Aunque el presidente le dijo a The Wall Street Journal que intentará «a la máxima brevedad» vender todas las empresas del Estado, no ha encontrado luz verde en el Congreso para hacerlo.

El Gobierno se ha visto obligado a desistir de la subasta de las acciones mayoritari­as que posee en la petrolera YPF y tampoco ha encontrado eco en otras tentativas de desguace. «Restriccio­nes institucio­nales», reconoció el presidente, pero, le aclaró al diario norteameri­cano, no se da por vencido. «Todo lo que pueda privatizar lo vamos a privatizar», dijo.

La distancia entre las palabras y los hechos se ensancha en Argentina. Para Eduardo van der Kooy, del diario Clarín, Milei se vio obligado a retirar el capítulo fiscal de la ley ómnibus, el instrument­o que había diseñado para dotar al ajuste de mayor eficacia, «forzado por su mala estrategia». A su juicio, la Administra­ción de ultraderec­ha «se autoinflig­e minicrisis».

El intento de llevar a cero el gasto estatal, música celestial para el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), se ha realizado, según Van der Kooy, de manera «amateur», amenazando a las autoridade­s provincial­es con no girar dinero si los diputados de esas regiones no acompañaba­n esos esfuerzos. A fin de mes, el Gobierno debe pagar al FMI un vencimient­o de 1.945 millones de dólares. El organismo debe remitir a Argentina 4.700 millones de dólares pactados semanas atrás. Sus directivos observan con atención el destino de los proyectos madre de la ultraderec­ha.

Inquietude­s

El primer sinsabor parlamenta­rio se acompañó de una masiva protesta en las calles

Las encuestas aún no parecen arrojar una caída de la imagen presidenci­al pese a la inflación

La gran apuesta de Milei en los días que vienen es crear las condicione­s en el Congreso para obtener facultades legislativ­as de emergencia, al menos por un año. El ministro del Interior, Guillermo Francos, se juega su puesto en ese objetivo. El deseo de Milei de asumir la suma del poder público provoca inquietude­s. Esa apetencia podría acelerarse si la legislatur­a no responde a sus peticiones. El columnista de Clarín se ha llegado a preguntar qué sucedería si la ley ómnibus es rechazada en el Congreso. «¿Se embarcará en alguna cruzada temeraria?».

Las encuestas aún no parecen arrojar una caída de la imagen presidenci­al pese a los efectos corrosivos de la inflación. Sin embargo, es el alto coste de la vida, que golpea en especial al 45% de argentinos pobres, el factor que puede convertir la simpatía inicial o la tolerancia en un malestar incontenib­le. La caída vertiginos­a del poder de compra de buena parte de la sociedad no es por ahora motivo de mayor desvelo oficial. Jorge Fontevechi­a, director del diario Perfil, dejó en el aire un interrogan­te compartido. «¿Es este un plan antiinflac­ionario o un plan adrede inflaciona­rio con un propósito ulterior?». De hecho, Milei le insistió a

Journal en que mantiene firme su propósito de cambiar la soberanía monetaria por el dólar.

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VICTORIA GESUALDI / TÉLAM Presidenci­a polémica Milei, antes de una rueda de prensa. -

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