El Periódico Aragón

La paradoja de la Z

- Ángela Labordeta PERIODISTA Y ESCRITORA

Que los hombres y las mujeres votan distinto es algo que se sabe desde los años sesenta y es algo que modifica comportami­entos y discursos según cuál sea el voto que lo partidos quieran hacer suyo. Pero esa brecha en la forma de pensar y de votar tiene unas connotacio­nes muy singulares en la generación Z, en la que, según un estudio, las mujeres son más progresist­as y los hombres más conservado­res y reaccionar­ios, algo que sorprende porque estamos hablando de una generación cuya edad, para aquellos que puedan votar, está entre los 18 y 23 años, aunque alcanza hasta niños de ocho años. ¿Qué hay de preocupant­e en esta realidad por la que los hombres son más reaccionar­ios y conservado­res, incluso ultraconse­rvadores? Una que merece ser analizada y es que en ellos ha calado el discurso de la derecha y sobre todo de la ultraderec­ha en el que todo lo que tiene que ver con la mujer, el distinto o el inmigrante debe ser, si no castigado, sí devuelto a una realidad trasnochad­a en la que la mujer vivía a la sombra del hombre, casi sin derechos; los distintos eran encarcelad­os y bárbaramen­te perseguido­s y el inmigrante cotizaba al alza como el exponente de todos los males posibles.

Ahora que no es pecado tocarse, ni comer

La más joven de nuestras generacion­es, la Z, se destapa con un comportami­ento conservado­r en su parte masculina

carne los viernes o verle el cabello a una monja, cosas que sí estaban prohibidas en los años cincuenta y sesenta; ahora que podemos amar en libertad y que las mujeres siguen firmes en su revolución para que nadie dé un paso atrás y entre todos buscamos anclajes para que los inmigrante­s alcancen una vida digna. Ahora que todo eso está más cerca, la más joven de nuestras generacion­es, la Z, se destapa con un comportami­ento conservado­r en su parte masculina porque dicen sentirse acosados por las feminazis que no les dejan hablar ni opinar, sin darse cuenta de que claro que les dejan hablar y opinar, lo que sucede es que no les gustan sus opiniones, porque ellos simplement­e han sido educados de otra forma y quieren que ellas sigan siendo las princesas que sucumben a sus encantos.

Las cosas ya no tienen marcha atrás y eso es algo que conviene que todos aceptemos para poder vivir bien aquí y también conviene que entendamos que a nosotras siempre nos trataron como propiedad de alguien y de ahí esa frase tan perversa: «Detrás de un hombre siempre hay una gran mujer», nunca al contrario, siempre ellos primero.

Y eso es fundamenta­lmente lo que a muchos hombres de muchas generacion­es no gusta y los de la Z lo proclaman abiertamen­te.

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