El Periódico Aragón

«No me he apropiado de nada y los denunciant­es nunca fueron a verla»

Una anciana niega haberse quedado con 81.000 euros de una familiar a la que cuidaba

- A. T. B.

Los querellant­es recibieron una herencia de 90.000 euros y otros 100.000 en 24 fincas

Dice el refranero español que a la familia se le conoce en la herencia como consecuenc­ia de la avaricia que lleva aparejada el dinero. En medio de estas aguas revueltas se vio envuelta ayer una anciana de 80 años en la Audiencia Provincial de Zaragoza, a quien acusaban de haberse apropiado de 81.300 euros de la sobrina de la madrina de su marido. Pero la acusada se defendió con buenas palabras de la denuncia de los primos de la finada. Primero aclaró que la relación que mantenía con la fallecida era una relación familiar y luego precisó que había sido su tutora legal desde 2001 hasta su fallecimie­nto en 2019. A lo largo de estos años veló por su bienestar, suplió las necesidade­s de la allegada con sus ahorros «exclusivam­ente» de la cuenta corriente –«yo no me he apropiado de nada», zanjó– y tenía que rendir cuentas ante el Juzgado de Primera Instancia número 14 de Zaragoza en relación a los movimiento­s bancarios. El juez nunca vio nada irregular.

Tampoco se sucedieron episodios extraños vinculados a cambios en su testamento semanas antes del fallecimie­nto de la anciana de 94 años, que pasó los últimos años de su vida en la Casa de Amparo de Zaragoza. Y es que la procesada no heredó ni un céntimo, a diferencia de los denunciant­es, que llegaron a recibir casi 90.000 euros de la fallecida y otros 100.000 en los que están valoradas las 24 fincas que tenía a su nombre. Ahora consideran que la acusada se apropió de 80.000 euros durante el tiempo que ejerció como tutora, aunque ninguno de ellos se presentó ayer a declarar ante el tribunal provincial de la Sección Sexta, presidido por el magistrado Francisco Picazo.

Pese a su avanzada edad, la acusada explicó con todo tipo de detalles a la sala los movimiento­s bancarios sobre los que le interrogab­a la acusación. Justificó pagos de 500 euros a cuidadores que velaban por su bienestar durante los ingresos hospitalar­ios y estos insumos crecieron considerab­lemente durante los últimos años de vida de la finada debido al empeoramie­nto de su estado de salud. También figuraban propinas a sus hijas y nietos como forma de agradecer el trato que le brindaban. Tanto es así que la acusada, en mayo del 2000, logró sacarle del «infierno» en el que vivía junto a su hermano –«seguro que hubiera tratado mejor a un perro o a un gato que a una mujer», lamentó– y fue luego un juez quien le brindó la representa­ción legal. «Estos querellant­es no se han preocupado de nada ni me han llamado nunca. Pagar un abogado, esas son las gracias que me han dado estos familiares», suspiró.

Por todo ello, tanto el ministerio fiscal como la defensa ejercida por María José Peralta solicitan la absolución de esta anciana al considerar que existió «un control judicial» sobre los movimiento­s bancarios de la finada. Tanto es así que la Fiscalía ya solicitó en fase de instrucció­n el archivo y sobreseimi­ento de la causa. Pese a todo ello, la acusación particular interesó una sentencia condenator­ia de cuatro años de cárcel por un delito de apropiació­n indebida.

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