Las expectativas sobre el mercado de Cordero
Después de la primera temporada con la nueva propiedad al frente de la SAD, mala desde el punto de vista deportivo (cambio de entrenador, plantilla fallida y el playoff a 14 puntos al final de la Liga), las expectativas para esta segunda se dispararon. El proyecto empezó a madurar con algo más de un año de recorrido, las decisiones económicas tomadas por el consejo de administración comenzaron a producir ciertos beneficios a ras de césped y la experiencia de una primera campaña llena de baches y errores debía servir como tabla de aprendizaje.
Así fue como el pasado verano se gestó la plantilla del Real Zaragoza 23-24, un equipo que fue coralmente festejado mientras la ciudad se achicharraba y por el que Juan Carlos Cordero fue santificado. Fruto de aquella euforia, la afición volvió a romper moldes y el club alcanzó su máximo de abonados posible, 28.882. Verdaderamente, todo un hito para arrancar la undécima temporada consecutiva en Segunda División y que pone en toda su dimensión la extraordinaria altura de esta masa social.
En aquel momento fue bendecido Cordero, fue bendecida la plantilla y fue bendecido el entonces entrenador, Fran Escribá, que puso en marcha el motor del equipo a las máximas revoluciones y firmó un pleno de triunfos en las cinco primeras jornadas, saludadas al ritmo del Moverse, maños, moverse y una escenografía impresionante. Escribá ya no está. Un cambio de técnico a los tres meses del inicio de la competición es siempre señal de alarma y sinónimo de que el proyecto no marcha en la dirección prevista. Al valenciano se le fue el equipo de las manos y su salida fue una decisión acorde al manual más elemental. No había más remedio.
De primeras, la llegada de Julio Velázquez frenó la pronunciada caída que estaba describiendo el Real Zaragoza en la Liga. De segundas, ha conseguido estabilizarlo anunciando una ligerísima tendencia ascendente. Pocas alegrías de momento, salvo las que la propia categoría da de manera indirecta. No hay dominadores claros y la distancia con el sexto clasificado sigue siendo recuperable a pesar de tantos pesares y tantas jornadas frustrantes.
Así es como el club se ha presentado en este mes de enero, el de la ventana invernal de fichajes, adonde se ha llegado con la moral de la tropa tocada después de 24 jornadas grises y el zaragocista a la expectativa de lo que Juan Carlos Cordero pueda fichar todavía para mejorar lo presente, de lo ya trabajado o de lo que pudiera surgir en las últimas horas. De momento, el director deportivo solo ha hecho dos cosas: la feliz entrada de Edgar Badía y la salida de Luna en busca de minutos y progresión. De aquí al jueves a las 23.59 horas, la afición espera movimientos de más enjundia y alcance porque tiene la mosca detrás de la oreja, intuye o sospecha que solo con lo que hay igual no da o va demasiado justo para alcanzar los objetivos. Y los objetivos los fijó públicamente
ascender ya, este año.