El Periódico Aragón

«Simplement­e he optado por ser yo misma, no soy un producto»

La catalana Bad Gyal presentará este viernes en el Príncipe Felipe su primer disco, ‘La joia’

- ▶ IGNASI FORTUNY

Por extraño que parezca, Bad Gyal acaba de finiquitar una etapa, la primera aún, de su carrera artística. Un trayecto que empezó en 2016 como evidente diamante en bruto, con aquellas lejanas y fresquísim­as canciones como Pai o Indapanden, y que termina con La joia, su primer disco como tal después de publicar multitud de himnos de baile, dos mixtapes fundaciona­les (Slow wine mixtape, 2016, y Worlwide angel, 2018) y un epé (Warm up, 2021). La etapa acaba como antes empezaban las carreras, pero la propia Alba Farelo i Solé, de 26 años, es signo de los nuevos tiempos y ritmos que han dado la vuelta a lo conocido hasta ahora.

El título de su primer álbum no es casual, responde a su constancia y a ese talento que tenía ya con 19 años y al que ha sacado lustre. «Me sentía identifica­da con la idea de un diamante, de una piedra que se tiene que trabajar, pulir. Aplicado al álbum y a mí misma como compositor­a», expone la artista de Vilassar de Mar. La joia se publicó el pasado viernes, más tarde de lo planeado por el papeleo, las colaboraci­ones y por esa búsqueda del brillo. «He estado encima de todos los detalles. En cuanto a las canciones, todo lo hago yo, la elección de los featurings, los productore­s, la sonoridad de los beats...», sentencia la catalana, que ha contado con los recursos que imaginó cuando fichó años atrás con Universal.

El álbum lo presentará este viernes en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza y es un espejo de la Bad Gyal que conocemos hoy. La de los temas disfrutone­s pensados para la fiesta y las letras explícitas y poderosas. Más de la mitad de las canciones –13 temas más una intro y una pieza de transición– ya han tenido vida propia como singles. No ha sido así con la más «especial», que se sale del género catch-all, el urbano latino, una colaboraci­ón con el jamaicano Tommy Lee Sparta y que la conecta con su ritmo fetiche, el dance hall.

Tampoco se había publicado la que le une por primera vez a otro artista catalán que, como ella, es ya estrella internacio­nal, Morad. «Somos bastante distintos, creo que aquí es donde está la gracia, juntarse con otros artistas y ver cómo lo hacen ellos. Él es superpasio­nal», detalla sobre Así soy.

La joia llega con una Bad Gyal asentada en el éxito. Lo dicen sus casi 14 millones de oyentes en Spotify o su segundo Palau Sant Jordi lleno en un año, masas que mueve por su conexión con un público –destacable fenómeno entre el colectivo LGTBIQ+– entregado a su figura por su carácter, por cómo transmite poder, subversión y libertad a través de sus letras, su manera de afrontar y expresar el amor y el sexo, que hacen de ella una artista con peso cultural, social y político, aunque no sea de manera consciente. «Es natural, simplement­e he optado por ser yo misma. No soy un producto, tengo la libertad de expresarme cómo quiero... A lo mejor eso es lo que ha generado la conexión, pero no es intenciona­do», remarca. Su público en datos: el 55% son mujeres y un 40%, hombres; y un 78% tiene entre 18 y 34 años.

La artista se ha convertido en un icono social por su carácter y la subversión y el poder de sus letras

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MÚSICA URBANA Esos mensajes los integra en canciones que son mezclas de muchos estilos, todos pensados para el baile y para una fiesta continua, como son sus conciertos. «Siento que las chavalas, al ver como me expreso, que bailo como quiero, que visto como quiero... Les da más seguridad de ser como quieran ser, y eso es muy guay», apunta. «Nunca actúo pensando en ganarme a nadie», zanja. Haberse convertido en referente no la condiciona. Ni cree que su carrera deba girar hacia un tono menos fogoso para encontrar a un público más amplio. «No es impediment­o tener letras

explícitas para tener más público. Al revés, es donde está yendo todo ahora mismo», afirma.

Bad Gyal surgió en lo que ahora se denomina música urbana formando parte de una generación que ha logrado moldear el mainstream y la industria musical. «Cuando los números son los que son, la gente joven escucha lo que escucha, el resto del mundo no puede hacer otra cosa que adaptarse. No creo que haya cambiado porque los medios generalist­as o la gente de otras generacion­es haya decidido cambiar su mentalidad», asevera. Pero, ¿nota que socialment­e su música está más aceptada? «Sí, pero se ha aceptado a través de ver cómo triunfa y el éxito que tienes. Al final, si ves que a tu hijo le flipa, dejarás de juzgar a quien hace esa música».

Bad Gyal vislumbra un futuro inminente más calmado, enfocada en componer. Se mantiene concentrad­a cuando habla de su proyecto, pero dibuja una media sonrisa cuando se le pregunta por Mushkaa, su hermana y una de las luces más imponentes de una escena urbana que aprovecha el camino abierto por, entre otros, la mayor de los Farelo i Solé. «Me encanta cómo lo está haciendo, la veo con las ideas muy claras. Me siento superorgul­losa y, más allá de ser mi hermana, es una artistaza, supercompl­eta».

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Bad Gyal, en una imagen promociona­l de su disco.
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La portada del disco de Bad Gyal.
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SHEILA JANET PINAS ◁◁◁

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