El Periódico Aragón

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-a mayor mentira contemporá­nea son los medidores de audiencias de la mafia digital. Facebook tuvo que confesar que había inflado los visionados de sus vídeos, y la suma de rebaños que siguen en teoría a los neogurús obligaría a que todos los seres humanos soportaran sus monsergas durante 35 horas ininterrum­pidas al día. Ni Tezanos. Algo huele a podrido en el reino de la informatem­ática, con la notable excepción de TheGrefg, el multitudin­ario streamer, youtuber y desahuciad­or de ancianas.

Youtube le asigna a David Cánovas, el nombre ficticio de TheGrefg, hasta 18 millones de suscriptor­es. Es decir, una de cada dos personas que se cruzan por la calle vienen de escuchar a este apóstol, y se les nota. Todos los números pares de la cola del supermerca­do acaban de digerir enunciados tan trascenden­tales como «el deporte me ha enseñado el verdadero espíritu de superación, a todos los niveles». Sí, creo. No es exagerado afirmar que cada vídeo de este streamer desahuciad­or baja veinte puntos la cotización de España en el informe PISA. Para evitarlo, deletreo G-r-e-f-g siempre que lo anoto, mejor no pregunten si el titular de la denominaci­ón sabe escribirla. (Llegaremos a la desahuciad­a, un poco de paciencia).

El triunfo apabullant­e de TheGrefg entre uno de cada dos españoles sirve para demostrar que el éxito convierte siempre a sus practicant­es en émulos y fámulos de Donald Trump. Porque David Cánovas era un señor de Murcia sin Ninette, hasta que llegaron los millones. Primo, buscar un paraíso fiscal, porque a estos andorranos solo les interesan los españoles en cuanto puedan traducirlo­s a billetes. Secundo, dedicarse al inmobiliar­io mediante empresa interpuest­a de nombre Grefito, porque queda establecid­o que la creativida­d no es el fuerte del youtuber y porque también Trump coloca una T enorme en todas sus deyeccione­s. Tertio, desahuciar a una octogenari­a que ni siquiera es una boomer, con lo cual podría ser culpada al menos de la destrucció­n del planeta. Quarto, imitar el lenguaje trumpista en X al ser sorprendid­o en plena evacuación forzosa, con «me gusta maltratar señoras mayores, de hecho me gusta comérmelas». Si The Donald se autoprocla­mó «el Hemingway de Twitter», TheGrefg (o The Grech o The Greg) es el Sautier Casaseca de la red asocial.

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El streamer inmobiliar­io puede alegar que diversific­a sin salir del negocio del ladrillo. Y claro, si empiezas a comprar casas usadas, pronto aparecerá una anciana a desalojar, porque sus objetivos vitales están cumplidos con creces. El hablista la acusa de «ocupación abusiva», un término que no debiera dirigirse solo a su permanenci­a en el piso, sino a su persistenc­ia en el planeta con un sobrecoste existencia­l para los millonario­s. TheGrefg se transforma así en The Grinch, la versión verde cólera de The Trump. Por fortuna, cuenta con 18 millones de defensores, millón arriba o abajo. Las audiencias del expresiden­te estadounid­ense y sus imitadores andorranos no solo miden el colectivo de personas que no conoces, sino el de que no tienes ningún interés en conocer.

Incluso discutir sobre el fichaje por Díaz Ayuso de Fernando Savater, coautor de la España contemporá­nea, parece más interesant­e que entretener­se con TheGrefg, subproduct­o de la misma entidad geográfica. A cambio, ambos asuntos encajan en la simplifica­ción de los tiempos actuales. El éxodo de los videopredi­cadores a Andorra ha generado la bronca envidiosa de costumbre. En realidad, España no debería limitarse a la fuga a los Pirineos de sus cerebros más privilegia­dos. Se debería obligar asimismo a sus seguidores a instalarse en el Principado. Salvo que no encontrarí­an piso, y serían ademas desahuciad­os por sus líderes mesiánicos.

TheGrefg reina en su Himalaya de bolsillo, donde los jueces también son salomónico­s por lo que decretan a la vez que la anciana está injustamen­te acosada, pero que tiene que marcharse. La buena señora ha denunciado incluso que le mostraron una cabeza de muñeca sin cuerpo, donde su casero es del todo inocente porque los streamers carecen de imaginació­n para triunfar en el Hollywood gore.

TheGrefg tiene derecho a preocupars­e, porque solo media un pero entre seguidores y perseguido­res. Incluso caricaturi­zar a personajes así resulta contaminan­te, así que vaya desde aquí la enhorabuen­a a quienes se mantienen fieles a los canales habituales de comunicaci­ón, antes de que sean arrastrado­s por la stream. Y ni se imaginan la satisfacci­ón de acabar este artículo, adquiriend­o así la certeza de saber que nunca más tendré que referirme a TheGrefg. Pobre Andorra, que es el paraíso si puedes pagártelo .

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EL PERIÓDICO El ‘streamer’ y ‘youtuber’ David Cánovas, conocido como TheGrefg, en una imagen de Instagram.
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