Jugando al límite
LQuizá la voluntad sea dejar caer a este Gobierno para que su discurso victimista cobre más sentido
os independentistas catalanes no han ido a prisión o al exilio por su ideología, como decía Míriam Nogueras, portavoz de Junts per Catalunya esta semana en el debate parlamentario de la ley de amnistía. Ni luchan por la libertad ni viven oprimidos. Han sido condenados y multados por recurrir a medios ilegales para conseguir un fin ilegal. Se han saltado las reglas que ellos, como el resto de españoles, deben acatar para jugar a este juego llamado Estado de Derecho. El victimismo al que recurren constantemente está agotado. Pocos creen ya en ese enseñamiento que denuncian de todos contra ellos, de España contra Cataluña. Afortunadamente, Cataluña es mucho más que Junts y España es mucho más que el odio de unos pocos a todo lo que suene a catalán. Han convertido el lamento en mensaje político y con todo lo que ha llovido ya nos conocemos lo suficiente como para verlos venir de lejos.
Los de Puigdemont pretenden que el Gobierno vaya legislando y adaptando la ley a los procesos judiciales que les vayan abriendo. Las acusaciones de persecución a jueces y políticos que lanzan diariamente, alguna con algo de razón, pero eclipsada por tanto quejío, llegan ya hasta Rusia. Pretenden blindarse ante un supuesto delito de alta traición, incluso. Buscan ser judicialmente inviolables como el Rey, esa figura que ellos desacreditan y ningunean siempre que pueden.
Con un mes por delante para seguir negociando con el PSOE, la ley de amnistía no debería convertirse en una carta blanca para los representantes de la derecha catalana independentista. Sánchez lo sabe, otra cosa es qué piense hacer al respecto. Una ley no debería hacerse nunca a la medida de nadie y menos para los que aprovechan cada debate para humillar. Lo peor es que no se les ve desgastarse en el camino. Parece que Junts se encuentra a gusto tensando la cuerda y sin nada que perder. Quizá la voluntad real sea dejar caer a este Gobierno, que les prometió la mano y les está dando el brazo, para que su discurso de victimización cobre más sentido con otros en la Moncloa que anuncian látigo y castigo al independentismo.
La ambición desmedida de los de Puigdemont se mide también en clave interna. Aprovechan cualquier movimiento nacional para confrontar con ERC en términos nacionalistas. Con unas elecciones en ciernes, los herederos de CiU ansían aglutinar a los catalanes independentistas que se sienten defraudados. Esquerra gobierna en solitario en la Generalitat desde que en octubre de 2022 Junts abandonara la coalición para iniciar su nueva cruzada. Desde entonces ha sintonizado la misma emisora que el PSC en varias ocasiones y podría seguir haciéndolo si repiten los mismos resultados que en los últimos comicios generales.