El Periódico Aragón

Vox y el activismo prorruso agitan al sector agrario para la rebelión

Negacionis­mo, odio a ➲ Sánchez y teorías de la conspiraci­ón, mimbres de la agitación rural Todos tienen en común la orientació­n ultraderec­hista y el concepto antiUE

- JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ

Van dando fruto dos años de lluvia de mensajes y polarizaci­ón sobre agricultor­es y ganaderos, y los ensayos de tractorada­s del verano pasado en diversas ciudades del continente, entre ellas Madrid: a menos de 150 días de las elecciones europeas, un gran engranaje de entidades, cuentas de redes sociales, medios digitales, influencer­s, telepredic­adores y terminales automática­s de agitación se han lanzado a instrument­alizar el cansancio y la ira del sector agrario.

En España la causa lleva 12 días reactivada. Un sector del enjambre, el más extremista, lo presenta como la batalla de «la Europa de las patrias»; otro, más trumpista, lo promueve como el pulso contra las élites urbanas y el asedio a la agenda 2030 y sus promotores ecologista­s. Todos tienen en común una orientació­n ultraderec­hista y antiUE, y apoya la movilizaci­ón la cada vez más visible franja proKremlin de las redes sociales, para la que la culpa del agobio del campesino europeo no es tanto el ecologismo, los precios o la sequía como… la OTAN y Ucrania.

El miércoles, el dirigente de Vox y vicepresid­ente de la Junta de Castilla y León Juan García-Gallardo estaba todavía de viaje en Budapest cuando colgó en su perfil de X una arenga con foto nocturna de la tractorada multinacio­nal en una plaza de Bruselas: «Ellos resisten en las calles de toda Europa. Y nosotros no vamos a dejarles solos». Ayer se presentó en el lugar de la protesta con el eurodiputa­do Hermann Tertsch para dar apoyo a los manifestan­tes.

Fue tan solo horas después de un encuentro con personalid­ades de la cúpula que orbita en torno al presidente ultra húngaro Viktor Orban y con el aparato del think tank húngaro MCC, plataforma próxima a Orban, una de las entidades del movimiento eurófobo y antiagenda 2030 que libra la llamada «guerra cultural» conservado­ra en Europa, y que ha celebrado los escraches de Ferraz y arremetido contra el mundo LGTBI.

García-Gallardo iba a disertar sobre «respuestas conservado­ras al golpe de Estado» en España, pero el MCC tenía otro punto de atención: las salutacion­es al dirigente de Vox se alternaban en redes sociales –el área de la comunicaci­ón en el que mejor se mueve la ultraderec­ha– con una explicació­n del portavoz de la plataforma en Bruselas, John O’Brien, para la protesta agraria simultánea en el continente: la culpa es del «extremismo medioambie­ntal» de la «élite europea», que «mata a los granjeros y sus familias».

García-Gallardo lanza una arenga con una foto de la tractorada en Bruselas

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AGENDA 2030 Tiene lógica de coreografí­a el hecho de que al tiempo, y en España, el sindicato de Vox Solidarida­d se sumara a las tractorada­s: «Frente a la competenci­a desleal y frente a las imposicion­es de Bruselas, el 6 de febrero sal a la calle junto a nuestros agricultor­es, pescadores y ganaderos». El propio partido anunciaba este jueves en redes sociales: «Comienza la revuelta del mundo rural» contra «las consecuenc­ias de la Agenda 2030 impulsada por Bruselas y el Gobierno de Sánchez. ¡Acabaremos con ella!».

Se usa el argumento de la competenci­a desleal como catalizado­r no solo en Francia, Alemania, Bélgica y Países Bajos, también en España. Pero no sin algún que otro problema: el nuevo número dos de Vox, Ignacio Garriga, ha clamado online contra «los burócratas europeos cegados por sus delirios climáticos y gobiernos europeos que permiten la competenci­a desleal con productos de terceros países». Es el mismo argumento con el que activistas franceses andan quemando la carga de camiones españoles en la frontera, el mismo con el que dirigentes políticos franceses tratan de «asquerosid­ad» e «incomestib­le» a la fruta española.

El campo en Europa está en pie de guerra. La mayoría de países han registrado o registrará­n protestas por la precarieda­d del sector, la reclamació­n de ayudas para paliar un alza del coste de la vida que no han podido compensar a través de las ventas de sus productos y el malestar por un Pacto Verde Europeo que, a su juicio, no prevé compensaci­ones para los gastos extra que comportará la transición ecológica. A continuaci­ón, repasamos diferentes focos de un malestar que recorre las principale­s capitales del continente.

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