2.400 millones
Suelo utilizar a menudo la estrecha, oscura y peligrosa carretera del barrio de Garrapinillos que conduce al aeropuerto y al polígono Plaza. Sintonizaba una emisora de radio dentro de mi vehículo. En una de las emisoras, la noticia más llamativa por la cantidad del presupuesto que comentaban, me hizo pensar que sería para mejoras de infraestructuras en todo el panorama nacional. Mi sorpresa y asombro fue que el Gobierno de Sánchez iba invertir 2.400 millones de euros en la ampliación del aeropuerto de Madrid para hacer de él uno de los mayores de Europa y ya puestos mejorar sus accesos capitalizando la mayor parte del tráfico aéreo. Sentí indignación, pensando que, con una mínima parte de ese despilfarro de dinero del contribuyente, de allí pero también de todos, sería suficiente para mejorar todas las vías de comunicación y accesos a nuestro aeropuerto y plataforma logística. A pesar del aumento de tráfico de carga y pasajeros siguen igual o peor a la espera de prometidas mejoras, incluida la llegada de tren de cercanías a esa zona. En esa centralidad que arrasa con todo, nos dicen que vayamos en tren, que es más limpio y evitar los vuelos cortos, para así reducir las emisiones de CO2. Al parecer desde la terminal madrileña volar a Singapur en avión, parece ser que estos vuelos en lugar de hidrocarburo funcionan con agua con gas. Quienes se excusan para dar crédito a esa multimillonaria inversión, queriendo limitar vuelos desde otros lugares para crecer sus egos y cuestionando que también hay vida fuera de la capital del reino, no deben saber que la cantidad de emisiones de un vuelo en el medio ambiente, varía en función de la distancia en ruta y el peso de la aeronave. Hay una verdad incuestionable, que todo lo que no está en Madrid no existe. Y desgraciadamente fue antes y sigue siendo hoy.