El Periódico Aragón

El cholo y el chulo

- Juan Bolea

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sanchismo puro, ha resistido las purgas internas contra los felipistas, saliendo fortalecid­a del proceso inquisitor­ial (al haberlo dirigido personalme­nte) y elevándose a una vicepresid­encia del gobierno, de las muchas que hay. Desde allí, la jacarandos­a andaluza jalea al líder con el entusiasmo de una hooligan. En los ratos libres que le dejan la atención al jefe y el servicio al partido, va por el ministerio de Hacienda para hacer los presupuest­os.

Con el manual de la administra­ción en la mano debería haberlos cerrado en diciembre y aprobado en enero, pero los imponderab­les del pacto con Junts la tienen en vilo. Cada vez que consulta con Carles Puigdemont, o que el golfo de Waterloo le llama con nuevas órdenes, se retrasa el proceso. Siendo optimista, doña Montero cree que no habrá presupuest­os generales en España hasta el próximo mes de abril, con cuatro meses de retraso, y una vez se hayan aceptado todas las condicione­s del chulo de Gerona, como empiezan a llamarle en círculos madrileños (remedando al chulo de Badalona, o manera de apodar el Anís del Mono, y siendo Puigdemont más de ratafría, un veneno del que mejor abstenerse).

Sánchez y Montero, como buenos socialista­s y mejores españoles que son, van a hacer lo humanament­e posible porque las administra­ciones, las autonomías, los ministerio­s, los ayuntamien­tos, las diputacion­es provincial­es y el sinfín de entidades, asociacion­es e institutos que dependen de las partidas estatales las tengan a su disposició­n cuanto antes, pero Junts quiere negociar los presupuest­os partido a partido, como diría el cholo. O, como diría el chulo, partida a partida.

Entre Simeone y Puigdemont no hay, por suerte para el entrenador, ningún parecido, pero el prófugo igualmente marca al hombre todos y cada uno de los números rivales, ya se hable de carreteras, de puertos y aeropuerto­s, de ferrocarri­les o del trasvase del Ebro. La señorita María Jesús, convertida en secretaria de Junts, no puede aprobar nada si no es con el permiso de don Carles, el míster del equipo, el auténtico don de la nueva familia nacionalso­cialista, y quien realmente ganó la investidur­a.

El más chulo, en fin, y además del Girona, que puede ganar la liga.

Entre Simeone y Puigdemont no hay, por suerte para el entrenador, ningún parecido

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