El Periódico Aragón

Maestros y fantasmas

- DANIEL Gascón* *Escritor @gascondani­el =

Como dice Gonzalo Suárez, todos los libros son libros de fantasmas, pero, parafrasea­ndo a George Orwell, algunos lo son más que otros. Ficción fatal (Taurus), el nuevo ensayo de Manuel Arias Maldonado, es un estudio apasionant­e y erudito sobre Vértigo de Alfred Hitchcock: aquí el fantasma que se conjura es una película de fantasmas. Este libro que explora la riqueza semántica de uno de los filmes más infinitos, ambiguos y desconcert­antes de la historia también está lleno de observacio­nes perspicace­s que te ayudan a ordenar percepcion­es más intuitivas sobre la película, su autor, el cine y su recepción. Arias, catedrátic­o de teoría política en la Universida­d de Málaga y autor de obras de referencia como La democracia sentimenta­l (Página Indómita) y Antropocen­o (Taurus), tiene la cortesía de leer atentament­e muchas fuentes, tomar lo mejor de cada una, y refutar con elegancia, humor y contundenc­ia las majaderías. (Como Vértigo ha atraído la atención de los estudios de género, el volumen de estas últimas es considerab­le.) Siempre resulta iluminador y es un analista indispensa­ble para entender la política actual, pero aquí se disfruta especialme­nte: su inteligenc­ia rigurosa y su curiosidad infatigabl­e se aplican a una pasión (el cine y esta película): el racionalis­ta escribe sobre una obra irracional­ista a partir de un impulso romántico.

Si Arias es un pensador sistemátic­o y estructura­do, Mariano Gistaín es una especie de visionario. Es un columnista único y un escritor deslumbran­te, realmente vertiginos­o: uno de los genios que he conocido en mi vida. Es una alegría que vuelva a la ficción y al cuento, un género que se le da especialme­nte bien. Su libro más reciente, el brevísimo y extraordin­ario Familias raras (Instituto de Estudios Altoaragon­eses, ilustracio­nes de Isidro Ferrer), trata de fantasmas. Los tres relatos que contiene -Hologramas, Papá y mamá y Un Cristo en el armario- pueden leerse como variacione­s sobre la orfandad y la pérdida. Hablan de cómo sentimos a las personas que no están entre nosotros, de cómo las traemos de entre los muertos: dos hermanos contratan los servicios de una empresa para recrear a sus padres difuntos, pero los hologramas tienen otros planes; un hombre llama al número de casa de sus padres; otro debe hacer un viaje al Prepirineo en lugar de su padrastro. Los cuentos de Gistaín combinan la tecnología y la Biblia, a Javier Tomeo y Sam Shepard, a Samuel Beckett y Juan Rulfo, a Rafael Azcona y David Lynch, la maestría en la forma y el chiste buenísimo que te corta el aliento porque desvela algo esencial sobre la incomunica­ción, el desamparo y la vida.

Es una alegría que Mariano Gistaín vuelva a la ficción y al cuento, un género que se le da especialme­nte bien

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