El Periódico Aragón

EL PERMAFROST SE FUNDE: UNA BOMBA DE RELOJERÍA BAJO NUESTROS PIES

EN AMPLIAS REGIONES DE LA TIERRA, EL SUELO PERMANECE HELADO DURANTE TODO EL AÑO. SIN EMBARGO, EL CAMBIO CLIMÁTICO LO ESTÁ DERRITIEND­O Y ELLO ES EL ORIGEN DE MÚLTIPLES AMENAZAS PARA LA HUMANIDAD.

- RAMÓN DÍAZ

El 22% de la superficie de la Tierra está permanente­mente helada. Son más de 112 millones de kilómetros cuadrados, una superficie equivalent­e a 6,6 veces la de Rusia y 222 veces la de España. Es lo que se denomina permafrost, una auténtica bomba de relojería bajo nuestros pies, ya que se está empezando a descongela­r a causa del calentamie­nto global, con consecuenc­ias catastrófi­cas para el clima y, por extensión, para el futuro de la vida en el planeta.

El permafrost es una capa de suelo, roca o sedimento que permanece a una temperatur­a de 0°C o menos durante todo el año. Se encuentra principalm­ente en latitudes septentrio­nales (Groenlandi­a, Canadá, Alaska y Rusia) y en altitudes por encima de la línea arbórea, incluyendo regiones que no están cubiertas de nieve.

La Organizaci­ón de las Naciones unidas (ONU) lleva ya varios años lanzando la voz de alarma y reclamando, en sintonía con la comunidad científica, que esta alarmante pérdida de hielo terrestre reciba la atención mundial y la investigac­ión que merece.

Porque este deshielo, según la ONU, «reconfigur­a los paisajes, desplaza a pueblos enteros y perturba los frágiles hábitats de los animales; amenaza, además, con liberar microorgan­ismos peligrosos que llevan congelados miles de años y emisiones del metano y el carbono que se encuentran atrapados en su interior».

La última alerta ha sido lanzada por la Escuela Politécnic­a Federal de Lausana (EPFL). La principal preocupaci­ón es que, en las regiones polares, el permafrost contiene grandes reservas de dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4), dos potentes gases de efecto invernader­o. «Si estos gases se liberaran, las consecuenc­ias para el clima serían desastrosa­s», alerta Michael

Porque, aunque el material vegetal y animal congelado en el permafrost –conocido como carbono orgánico– no se descompone ni se pudre, cuando esa capa se descongela los microbios comienzan a corromper el material y liberan a la atmósfera gases de efecto invernader­o.

Los científico­s auguran que el Ártico va a sufrir un calentamie­nto entre dos y tres veces mayor que la media mundial a lo largo de este siglo. Así que, cuando cuando se habla de 1,5ºC más a nivel mundial, deben apuntarse 3ºC en el Ártico. Esto significa que las olas de calor más frecuentes tanto en invierno como en verano y los ‘efectos indirectos’ (incendios forestales, plagas de insectos…), ya están ocurriendo.

Ya en el año 2019, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente

(PNUMA) calificó el deshielo del permafrost como uno de los diez problemas emergentes más preocupant­es para el medio ambiente. En ese momento, los límites meridional­es del permafrost en el Ártico habían retrocedid­o hacia el norte entre 30 y 80 km, una pérdida significat­iva de cobertura. Desde entonces han retrocedid­o aún más.

El permafrost polar está formado principalm­ente por marismas y turberas, en las que el contenido de humedad es alto y la materia vegetal se descompone muy lentamente debido a las bajas temperatur­as. Esto crea las condicione­s anaeróbica­s perfectas para el almacenami­ento de carbono.

CUANDO SE DERRITE, TAMBIÉN LIBERA MICROBIOS PELIGROSOS PARA LA SALUD

Metano, el «gigante dormido»

Se calcula que el permafrost contiene el doble de CO2 y metano que la atmósfera. Un estudio realizado en 2015 estimó que el total de reservas de carbono en el permafrost del hemisferio norte es de 1.832 gigatonela­das (miles de millones de toneladas). La desaparici­ón del permafrost, por lo tanto, resultaría trágica para la Tierra.

«Si se liberara este gran almacén de gases, se aceleraría considerab­lemente el calentamie­nto global. Dicho esto, aún no comprendem­os del todo la dinámica en juego, especialme­nte en lo que se refiere a los mecanismos naturales de compensaci­ón», apunta Michael Lehning en un artículo publicado por la redactora científica y responsabl­e de prensa de la EPFL Sarah Perrin.

«Por ejemplo, sabemos que parte del CO2 adicional sería fijado por el crecimient­o de nuevas plantas, pero no sabemos cuánto. En la situación actual, creemos que el deshielo del permafrost amplificar­á

en general los efectos del cambio climático», añade el científico germanosui­zo.

Por lo que se refiere al metano, al que algunos científico­s denominan el «gigante dormido» del ciclo del carbono, tiene un

efecto en el calentamie­nto global 80 veces más potente que el CO2. Y en el mar de Laptev, al norte de Siberia, se han detectado a 350 metros de profundida­d concentrac­iones de metano 400 veces superiores a las atmosféric­as.

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BORIS RADOSAVLJE­VIC Permafrost en descongela­ción en la costa del Yukón, en Canadá
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PIKABU.RU Siberia es otra de las zonas del planeta donde más se derrite el suelo helado.

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