La huella del cáncer en el entorno laboral
Con motivo del Día Mundial Contra el Cáncer que se celebró ayer, se vuelve a dar visibilidad, un año más, a todas las personas que se ven sumergidas en esta realidad y a todos los problemas a los que se ven obligados a enfrentarse cotidianamente. El más importante desde luego es el de la salud, pero también hay que poner el foco en el impacto laboral y socioeconómico que sufren. Según un informe de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), más de un 28% de las personas que padecen esta enfermedad acaban perdiendo su empleo, ya sea porque terminan siendo despedidas o bien porque las limitaciones físicas o mentales les impiden seguir realizando su actividad profesional con normalidad. El dolor, las dificultades de movilidad, o el cansancio crónico dificultan el desempeño de la jornada laboral. El cáncer es la enfermedad crónica que tiene una mayor prevalencia de pérdida de trabajo. El riesgo de estar en desempleo aumenta un 34 % en supervivientes de cáncer frente a la población general, según este mismo informe.
Esta enfermedad, además del deterioro físico y psicológico, también provoca una pérdida paulatina de ingresos que comienza con la reducción de la nómina al permanecer de baja laboral, a lo que se suma el coste de los medicamentos y los desplazamientos para recibir el tratamiento adecuado. Se estima que el cáncer provoca un coste económico superior a 10.000 euros al 41% de las familias, lo que aboca a muchas personas a la exclusión social. Un problema de enorme calado en un país donde cada año casi 300.000 personas reciben la noticia de que padecen la enfermedad. En Aragón, en 2023, se diagnosticó de cáncer a 8.889 personas, de las cuales un 35% se encontraba en edad de trabajar.
El ámbito laboral de los pacientes diagnosticados de cáncer se ve afectado de forma significativa, lo que hace necesario el impulso de medidas encaminadas a mejorar la atención de estas personas a través de los departamentos de recursos humanos de las empresas, que deberían asegurar un contexto profesional adecuado para el empleado que vive o ha vivido un proceso oncológico, procurando que la vuelta al trabajo suponga un paso hacia adelante en su recuperación, tanto física como emocional. Todas las medidas que faciliten la incorporación a la vida laboral repercutirán positivamente en el estado emocional del trabajador y en su bienestar. El reajuste de tareas, la flexibilidad horaria, el teletrabajo, la posibilidad de reducir la jornada e incluso la reasignación de tareas, pueden ser cambios que ayuden al trabajador a conseguir una reinserción laboral adecuada. En este sentido, el papel de las empresas es clave.
Se estima que el cáncer provoca al 41% de las familias un coste económico superior a 10.000 €, lo que aboca a muchas personas a la exclusión social