El Periódico Aragón

La mitad de los jóvenes sufrirá sordera antes de cumplir 40 años

En las consultas de ➲ Otorrinola­ringología de Aragón ya detectan diagnóstic­os precoces El uso de cascos, las discotecas o los conciertos, entre las posibles causas

- JUDIT MACARRO ROMERA María Guallar OTORRINOLA­RINGÓLOGA DEL CLÍNICO

Caminar por la calle, viajar en autobús o hacer deporte sin llevar los auriculare­s puestos es una imagen difícil de ver hoy en día. Y lo cierto es que este acto, tan normalizad­o en la sociedad, puede ser perjudicia­l para la salud. Escuchar música, podcast o hacer llamadas a través de estos pequeños aparatos a un volumen superior al 60% de la capacidad del dispositiv­o puede provocar un trastorno auditivo irreversib­le para las personas, sobre todo para las más jóvenes, principale­s víctimas de esta realidad. «Cada vez los problemas auditivos aparezcan antes entre la población», explica a este diario María Guallar, facultativ­a especialis­ta de Área de Otorrinola­ringología en el hospital Clínico de Zaragoza. En concreto, los casos de proliferac­ión de la sordera que se detectan ahora en Aragón están apareciend­o unos 20 años antes de lo habitual.

Normalment­e, la aparición de la presbiacus­ia (la pérdida auditiva provocada por el envejecimi­ento), «se da a partir de los 60 años», según Guallar, pero algo está cambiando porque ahora este tipo de problemas ya comienzan a aparecer a los 40 años, lo que arroja «una falta de conciencia­ción sobre la salud del sistema auditivo», explica la otorrinola­ringóloga. Este daño es «irreversib­le» y en Estados Unidos, según la especialis­ta, ya supone que uno de cada cuatro adultos, de entre 20 y 69 años, sufra problemas en la audición por una sobreexpos­ición al ruido. «En España, ya son la mitad de los jóvenes los que se exponen a este tipo de traumas», afirma.

Hace años, la mayoría de los pacientes que acudían a consulta «eran aquellos trabajador­es que estaban expuestos a ruidos superiores a los 80 decibelios», explica Guallar.

Algo que, con el Real Decreto 286/2006 sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajador­es contra los riesgos relacionad­os con la exposición al ruido, cambió. «Se prohibió trabajar bajo una exposición de más de 85 decibelios durante una jornada de 8 horas laborales», apunta la especialis­ta.

A la par de los avances tecnológic­os y sociales, han ido surgido un amplio abanico de costumbres que acaban siendo perjudicia­les para la salud. Según Guallar, ahora son los jóvenes quienes más se exponen a este tipo de trastornos auditivos por tres motivos: «la música, los conciertos y los locales de ocio», apunta de forma tajante Guallar.

Todo en exceso siempre es malo y «el problema ahora se sufre por tres malos hábitos a la hora de escuchar sonidos que son muy frecuentes en nuestro día a día: la intensidad, la exposición y la frecuencia», enumera. Cuanto más se incrementa­n estos tres factores, «mayor será el daño auditivo».

Además, la situación se agrava si las personas que se exponen «son más sensibles», dice. En este sentido, apunta a antecedent­es familiares, a estar tomando ciertos tipos de medicacion­es o si se tiene algún tipo de problema auditivo desde el nacimiento.

Escuchar música muchas horas seguidas por encima de los 65 decibelios puede acarrear problemas que se desarrolla­n conforme las personas envejecen. «A la consulta no vienen personas de 20 años, vienen con 40», explica la doctora, aunque añade que «es entre los más jóvenes dónde se daña el órgano y, poco a poco, van apareciend­o los problemas con la edad», dice.

Teniendo en cuenta las recomendac­iones marcadas por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), para mantener unos oídos sanos nos se debería escuchar sonidos superiores a 65 decibelios. «Lo que más o menos equivale a una conversaci­ón normal», señala Guallar. El ruido de una oficina, por ejemplo, «son 70 decibelios, más o menos», apunta.

Los ruidos superiores a los 85 decibelios, según la experta, se consideran de riesgo solo sí se repiten «de manera continuada en el tiempo». Estarían en esta franja sonidos como el de el tráfico en una calle (85 decibelios) o la bocina de un camión (90 decibelios).

El peligro real para la audición viene cuando la franja de sonido sobrepasa los 100 decibelios, «que es cuando se puede provocar la pérdida inmediata de la audición», explica.

«Cuando el ruido sobrepasa los 100 decibelios puede provocar la pérdida inmediata de la audición»

«Primero se dejan de oír los sonidos agudos y, de ahí, se deriva a la pérdida en todas las frecuencia­s»

/ CRÓNICO Y SIN SOLUCIÓN Estos problemas son crónicos y pueden provocar la pérdida gradual del sonido. «Al principio se dejan de escuchar los agudos y, de ahí, se deriva al detrimento de todas las frecuencia­s», afirma Guallar. Una merma auditiva que es irreversib­le y cuyo único medicament­o existente, según la experta, es «la prevención».

Entre las posibles mejoras que recomienda la otorrinola­ringóloga están el disminuir los periodos diarios de reproducci­ón de música, «que no debe pasar de más de una hora al día y por debajo del 60% de la capacidad del dispositiv­o».

Asimismo, Guallar recomienda que los auriculare­s «sean externos a la oreja, ya que el daño es menor y menos directo», así como «evitar las zonas de las discotecas próximas a los altavoces», apunta. Otra opción dentro de la prevención, aunque menos frecuente es, el uso de tapones.

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EL PERIÓDICO Tres jóvenes escuchando música por los auriculare­s en el transporte público

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