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La familia de Guti explica cómo vive la vuelta del jugador a La Romareda ante el Sporting «Tenemos una ilusión tremenda, pero también unos nervios enormes», dice su padre, Raúl
No será un partido más el de este lunes ante el Sporting para Raúl, Paqui y Ana, socios zaragocistas, asiduos a La Romareda y los padres y la hermana de Guti, de regreso a casa, de vuelta al club que le dio todo desde que llegó en juveniles desde el Stadium Casablanca y del que se marchó al Elche en 2020. «Como aficionados sentimos una ilusión tremenda, como muchos zaragocistas, pero como padres tenemos unos nervios enormes y Ana está loca y cardiaca estos días. Ese gusanillo por la responsabilidad lo tienes ahí, que piensas en si lo va a sacar o no de inicio, si un rato y deseas que juegue de titular, que si va a ir todo bien…», explica Raúl, que tuvo que ver los últimos partidos de su hijo con el Real Zaragoza en una Romareda vacía por la pandemia y con aquel ascenso frustrado ante el Elche al que luego se iría y del que ahora sale para recuperar el fútbol y la ilusión. «Ha madurado mucho, ha vuelto hecho un hombre», añade.
Han vivido semanas de nervios, de la ilusión por esa vuelta mezclada con la agonía por no llegar un desenlace tan deseado y que se pospuso casi hasta la bocina del cierre del mercado, una novela de intriga que pudo agotar la paciencia de más de uno, pero no de ellos, porque el deseo de ese final con vuelta a su hogar se anteponía a todo. «La palabra clave ha sido incertidumbre, surgieron un montón de historias con las propuestas y ha sido un poco angustioso. El deseo de Raúl y el nuestro estaba muy claro, él apostó todo por venir, se la jugó por ese regreso, pero luego había muchos intereses por medio», asegura Raúl, coordinador del Stadium Venecia y exfutbolista, que llegó hasta los juveniles en el Zaragoza y que después repartió su fútbol por varios equipos de la geografía aragonesa. «Pero la cara al llegar el jueves de madrugada desde Elche lo compensa todo, sin ninguna duda. Era de cansancio por el viaje y el día, pero de felicidad total, por recuperar lo que estaba añorando hace tiempo. Desde entonces esa sonrisa de felicidad no la ha perdido esa cara en ningún momento. Ni nosotros».
Guti debutó en el Zaragoza en la 16-17, con Láinez de entrenador y en el último partido de ese curso, con gol incluido al Tenerife, pero se hizo imprescindible con Natxo González a la temporada siguiente, rozando subir, y dio su mejor versión en el año de su despedida, aquel en el que el mundo se paró, y también el ascenso del Zaragoza cuando parecía por fin la temporada de ese retorno, por el covid. «Es un futbolista distinto al que se fue. Su grandeza, lo que tiene que recuperar, es ser ese jugador de fuerza, de dar energía al equipo, aunque también ahora controla más el fútbol en los esfuerzos a veces innecesarios. Jugar en Primera tres temporadas, medirte a los mejores también es un plus, te hace mejorar», explica su padre,
que no duda en reafirmarlo: «Y claro que lo ha hecho, es más completo, pero está convencido de tener que recuperar su esencia, lo que se veía en Zaragoza, el futbolista de despliegue, de área a área, de pundonor. Eso lo tiene y lo necesita recobrar ahora».
El estrés positivo
Vuelven a tener a Raúl en casa, a su lado, tras tres años y medio en los que «ha crecido como persona, que es lo que te da vivir solo, controlarte tú todo en la vida, cuidarte estando lejos de los tuyos. Allí no dejó de ser el fichaje más caro de la historia y eso genera una responsabilidad tremenda, que es lo que le ha marcado un poco», asevera el progenitor de Guti, que deja claro que la felicidad que supone ese retorno se mezcla con la responsabilidad por saber que tiene la presión de «tener que responder a las expectativas. Eso genera un estrés positivo que
hay que saber gestionarlo bien».
Junio queda a 18 partidos, con esa opción obligatoria en caso de ascenso y voluntaria sin él, aunque entonces sería de imposible pago en Segunda, que supondría su continuidad en el Zaragoza. «El futuro es impredecible. En nuestro deseo claro que está, ese ascenso, pegar el petardazo de ese retorno, aunque sea a través del playoff de ascenso porque el directo está más complicado, y que Raúl se quedara en Zaragoza… Sería algo maravilloso, ver a tu hijo jugar en Primera con el club de nuestras vidas... qué más se puede pedir, es el sueño perfecto», proclama, pero hay que ir paso a paso. El primero se dio con su retorno y el que toca ahora es volverlo a ver sobre el césped de La Romareda y con Raúl, Paqui y Ana muy pendientes de un Guti que regresa a casa y que «es muy feliz, como nosotros».
«Subir, que Raúl se quedara, verlo jugar en Primera aquí, sería el sueño perfecto. No se puede pedir más»