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Se cumplen diez años de la muerte de 15 migrantes cuando trataban de alcanzar la playa de Ceuta a nado 3.650 días después el asunto camina por vericuetos legales
Han transcurrido 10 años que se cumplieron ayer, pero hay factores por los que no es nada probable que se olvide en Ceuta la tragedia del Tarajal, la negra madrugada del 6 de febrero de 2014 en la que perecieron ahogados quince migrantes cuando trataban de ganar la playa ceutí a nado, mientras agentes de la Guardia Civil se empleaban con material antidisturbios contra unos 200 subsaharianos que participaron en aquel intento de entrada.
El principal factor que impide el olvido es la larga lista de víctimas mortales, con 13 identificados y dos sin identificar, un grupo de muertos de los que cinco, como tantos ahogados en el intento de llegar a España, yacen en tumbas del cementerio ceutí de Sidi Embarek.
El segundo factor es el constante goteo de «nadadores». Así llaman los miembros de las Fuerzas de Seguridad a los inmigrantes, subsaharianos y marroquís, que tratan de tocar suelo de la UE echándose al mar con una mochililla sin más equipaje que el móvil y un cargador bien envueltos en film plástico de cocina.
Diez años después, cada vez que uno aparece braceando en el agua, tratando de bordear el espigón que separa Ceuta de Castillejos y España de Marruecos, ningún testigo en Ceuta puede evitar revivir el recuerdo de la tragedia. Pleito interminable
El tercer factor de memoria es la persistencia del caso en los tribunales. Transcurridos 3.650 días de aquella jornada, el asunto camina
por vericuetos legales. El Tribunal Constitucional revisa un recurso de amparo presentado por los abogados de las familias contra el archivo de sus denuncias señalando a la Guardia Civil. Primero archivó el juzgado de instrucción de Ceuta, en 2019; después la sede ceutí de la Audiencia Provincial de Cádiz, en 2020, considerando que el material empleado por los agentes fue «adecuado y proporcional»; y archivó también el Supremo en 2022.
Las asociaciones que defienden a las familias de los muertos, como la Coordinadora de Barrios, esperan ahora que termine el plazo de alegaciones abierto en 2023, cuando el Constitucional admitió tramitar su recurso de amparo. El fallo que pueda presentar el TC es una pantalla más, pasable de hecho: el pasado sábado, durante un acto de conmemoración y protesta, los letrados aseguraron que acudirán al Tribunal Europeo de Derechos Humanos si en España no se les da la razón. Las acusaciones que siguen blandiendo esas oenegés –la principal el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR– citan delitos de denegación de auxilio, homicidio e imprudencia con resultado de muerte,
Entre tanto, el abogado de Ludovic N., uno de los africanos que sobrevivió aquel día, pero fue devuelto en caliente con 15 años de edad como otros 22 nadadores, ha conseguido hacer llegar su caso al Comité de Tortura de la ONU, con ayuda de la organización Centro Europeo de Derechos Humanos y Constitucionales (ECCHR).
Sin plegarias
«No es costumbre», explica Gudman H., transportista ceutí de origen marroquí, musulmán de credo. No es costumbre celebrar cada año funerales como hacen los católicos. Entre otras razones, porque no estarían las familias en la ceremonia, si la hubiera, de Sidi Embarek. «Como mucho, cada año se acerca gente a la playa a meditar», relata.
Los guardias civiles de la ciudad guardan por lo general silencio. Prefieren no hacer comentarios sobre una causa abierta y sobre una herida también abierta. Como sus compañeros de la tragedia de la valla de Melilla, se sienten agraviados, vilipendiados por la opinión publicada incluso 10 años después. «¿Tú te crees que nos dedicamos a hacer tiro al blanco con pelotas de goma sobre la gente que viene nadando? Joder, ¡es una calumnia!», protesta un veterano de la pelea con el narcotráfico y la inmigración ilegal, eso que pasa en el Estrecho, y que el argot de los guardias llama «el frente sur». Ya destinado en la península, este agente resume así su paso por Ceuta: «Allí aprendes lo que significa estar solo, saber que no te va a respaldar nadie si pasa algo, y que es mejor que eso que pasa, no pase en tu turno. Si te pasa, solo te entenderán los vecinos de Ceuta».
Uno de los africanos que sobrevivió ha logrado hacer llegar su caso al Comité de Tortura de la ONU