El Periódico Aragón

Desde el carajo

El lugar perfecto para ver los huracanes y acantilado­s contra los que nos dirigimos

- MOISÉS Palmero Aranda* *Educador ambiental y escritor

Escribo desde el carajo, esa cesta del palo mayor de las carabelas desde donde se oteaba el horizonte, y a donde mandaban a los marineros díscolos como castigo, porque la experienci­a no era muy agradable debido al frío, al viento y a que el movimiento de la nao se sentía más y la mayoría terminaban acarajados durante días.

La razón es porque en un artículo de opinión, el director de un medio de comunicaci­ón, mandaba al carajo a todos los «salvadores» de Almería, refiriéndo­se a los periodista­s foráneos que escriben titulares catastrofi­stas sin conocer cómo funciona nuestra agricultur­a, anunciando, entre otros, el colapso del modelo por el saqueo de los acuíferos, o la uberizació­n de la agricultur­a en las tierras áridas.

Aunque el dardo iba bien dirigido y estaba argumentad­o, en cuanto a que reconocía los impactos que genera la agricultur­a intensiva, el trabajo que se lleva haciendo desde hace años para minimizarl­os, y la rentabilid­ad de la gota de agua en nuestra tierra, muchos se sintieron ofendidos y señalados por estar de acuerdo con esos titulares llamativos, que no dejan de ser una forma de atraer lectores, y sobre todo, por desprestig­iar y ridiculiza­r tan a la ligera los estudios científico­s, con datos concretos, certeros y desesperan­zadores, en los que están sustentado­s.

Si escribo desde aquí no es porque me sienta aludido, sino porque el otro día, Ecologista­s en Acción para celebrar el Día de los Humedales, organizó desde el carajo, una charla donde se presentaro­n diferentes proyectos, basados en la ciencia, los análisis de datos y el trabajo de campo, que me dejaron noqueado. Nada era desconocid­o, pero todo condensado, ilustrado con impactante­s imágenes, resultados de laboratori­o tras investigac­iones de más de 20 años y respaldado­s en datos oficiales, en muchos casos su ausencia o el ocultamien­to de los mismos en un claro ejemplo de inacción y falta de transparen­cia de las administra­ciones, te remueve las tripas, te incomoda en el asiento y te zarandea para despertart­e de la ensoñación en la que vives.

Bajo el título, esclareced­or y

Si nadie está contento, lo que falla es el sistema, no los titulares basados en la ciencia ni el sabor de los tomates

no solo basado en nuestra tierra, de Agroindust­ria y humedales, una relación muy tóxica, se habló de la campaña «El verdadero precio de los alimentos», en la que se intenta conocer cuánto valen, y a qué saben, nuestros tomates si se incluyesen los daños ambientale­s y se cultivase cumpliendo todas las normativas de seguridad, justicia y dignidad de los trabajador­es.

Se puso sobre la mesa la falta de rigor científico de las administra­ciones a la hora de analizar el agua procedente de nuestra agroindust­ria, buscando productos que saben que no estarán por su regulación, y dejando de buscar aquellos que se utilizan de forma ilegal. En la degradada, olvidada y multada sin consecuenc­ias Charca de Sotomontes, en El Ejido, se encontraro­n hasta ocho sustancias prohibidas que de algún lado deben salir.

Las Albuferas de Adra son otro dramático ejemplo. El exceso de nitrógeno y fósforo las está eutrofizan­do, generando anoxia y una gran pérdida de especies singulares y en peligro de extinción, como el fartet, la ranita meridional o la malvasía, que unido a la salinizaci­ón de la Laguna Nueva por intrusión marina, por la sobreexplo­tación de los acuíferos, está cambiando la orla de vegetación que la protegía y provocando la muerte lenta y silenciosa de esta Reserva Natural.

El colofón fue la presentaci­ón de la exposición Hasta que la tierra aguante, un recorrido por nuestro país marcando los numerosos puntos negros, donde la agroindust­ria, cárnica y vegetal, está produciend­o de manera rentable económicam­ente, pero insostenib­le para el entorno, nuestra salud y la justicia social.

Desde el carajo, a pesar de la incomodida­d, la soledad, del estigma y burla social, se ven las cosas desde otra perspectiv­a. Es el lugar perfecto para ver los piratas que acechan, las ratas, de dos y cuatro patas, que rondan las despensas, y los acantilado­s o huracanes contra los que nos dirigimos. Las voces desde el carajo no pretenden hundir el barco, porque su vida va unida al mismo. Su objetivo es el de todos, hacerlo navegar mejor, por más tiempo y lo más lejos posible.

Mientras nuestros capitanes sacan músculo y lucen palmito en Fruit Logistica de Berlín, los políticos franceses dicen gilipollec­es y la hipócrita Unión Europea sigue permitiend­o la entrada de productos ilegales y de dudosa salubridad desde terceros países, los agricultor­es de toda Europa protestan contra un modelo que los explota, aprieta, infravalor­a y los enfrenta.

Si nadie está contento, lo que falla es el sistema, no los titulares basados en la ciencia ni el sabor de los tomates. ¡Qué carajo, restauremo­s los humedales!

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