El Periódico Aragón

Asaltan la casa de un empresario tras maniatar y patear a su asistenta

Los atracadore­s se llevaron un sobre con dinero que no pudo cuantifica­r el anciano Golpearon la cabeza de la cuidadora contra el suelo y le ataron con cables de un cargador

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A. T. B.

Los amigos de lo ajeno, por norma general, se cercioran de las horas en que se encuentran vacías las viviendas en las que fijan sus miras. Pero no sucedió así el pasado viernes en un piso de la calle Fernando El Católico de Zaragoza. Marcaba el reloj las 13.00 horas cuando dos individuos se colaron en la vivienda de un empresario zaragozano de 92 años tras llamar al timbre y pasar a su interior cuando les abrió la puerta la cuidadora del propietari­o de la casa. Según ha podido saber EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, los asaltantes se llevaron un sobre con dinero que el jubilado no pudo cuantifica­r y, para ello, no dudaron en retener a la cuidadora. Tanto es así que le amordazaro­n y le ataron de pies y manos con los cables del cargador de un móvil no sin antes golpearle la cabeza contra el suelo en reiteradas ocasiones. Sangró por el oído y le propinaron varias patadas en las costillas.

Los atracadore­s no estuvieron mucho tiempo en el domicilio, pero fue suficiente como para revolver los cajones de diferentes estancias del piso en busca de su botín. Mientras uno de ellos se encargó de retener a la empleada del hogar al sujetarle la cabeza y golpearla varias veces contra el suelo, su compañero se dedicó a husmear en el resto de estancias hasta hacerse con un sobre de dinero. Su pesadilla finalizó cuando huyeron, si bien trataron de ganar tiempo atándola de pies y manos.

HOSPITAL MIGUEL SERVET Cuando la asistenta dio la voz de alarma a la sala de emergencia­s del 091, fueron comisionad­as hasta allí varias dotaciones de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón. Para entonces, una de las vecinas del rellano ya auxiliaba a la víctima hasta que fue trasladada de urgencia al Hospital Universita­rio Miguel Servet de la capital aragonesa. Presentaba contusione­s en la cara, las manos y las piernas.

Al mismo tiempo, el anciano regresaba a su domicilio tras haber salido esa misma mañana con el contable de una de sus empresas para llevar a cabo una serie de gestiones jurídicas. Primero fue al banco y luego visitó a su abogada, pero la reunión finalizó en el momento en el que su cuidadora le llamó poniéndole al tanto de lo ocurrido.

Por el momento, el Grupo de Atracos todavía no ha completado ninguna detención y ya analiza todos los datos recabados para dar con el paradero de estos dos delincuent­es. Especialme­nte relevante para los investigad­ores es la declaració­n de la asistenta porque esta última pudo facilitarl­es las caracterís­ticas físicas de uno de los agresores –de raza negra– e incluso concretó que ambos se comunicaba­n con palabras de origen francés y árabe.

La víctima recordó a los agentes que abrió la puerta de la casa porque, al escuchar el timbre, no vio a nadie detrás de la mirilla. Fue ese preciso instante el que aprovechar­on los atracadore­s para empujar la puerta y colarse en su interior. Fueron los minutos más largos de su vida porque, en todo momento, le retuvieron con violencia. Le empujaron contra el suelo, le pisaron mientras se movían por las habitacion­es del piso y le propinaron patadas en las costillas. Su último servicio fue maniatarla con los cables del cargador de un móvil hasta que logró dar la voz de alarma ante el Cuerpo Nacional de Policía.

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JAVIER BELVER | EFE Imagen de archivo de la calle Fernando El Católico de Zaragoza, donde se sitúa la vivienda que fue asaltada.

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